El profesor Juan Carlos Illera del Portal lleva varios años dando conferencias por todo el mundo, recibiendo premios y concediendo entrevistas a importantes medios de comunicación gracias a un estudio titulado Regulación neuroendocrina del estrés y dolor en el toro de lidia. En dicho informe y en las charlas que concede ante audiencias entregadas, Illera sostiene que el toro de lidia, por sus particulares características, ha generado una "respuesta neuroendocrina" que ha modificado su umbral de dolor.

Entre otros, Illera sostiene que el toro regresa al picador después del primer puyazo (con un arma de nueve centímetros) porque es capaz de bloquear tan rápidamente los neuroreceptores que para cuando recibe el segundo puyazo, ya "no siente ningún tipo de dolor".

Desde la segunda mitad del siglo XX, a medida que crecía el movimiento antitaurino, han sido varios los autores que, desde una perspectiva supuestamente científica, han tratado de avalar con datos que el animal no sufre durante la lidia. El último de ellos y el más famoso es el profesor Illera. Estos autores muestran al toro bravo como un animal sobrenatural que, tras años de selección artificial en las dehesas, ha sido aupado a una condición genética sin parangón por su capacidad de afrontar el castigo.

Los trabajos de estos negacionistas del dolor del toro han logrado que uno de cada diez españoles esté convencido de que el toro bravo no sufre mientras dura la lidia. Una proporción que crece hasta el 17% cuando la controversia se le plantea a un ciudadano que se define a priori como aficionado a los toros, según un estudio de 2007 realizado por la Junta de Castilla-La Mancha.

Pero aunque sean convincentes, estudios como el de Illera deben someterse al escrutinio de los colegas mediante su publicación en alguna revista científica. Illera defiende que su trabajo verá la luz en Hormones and behaviour, aunque hasta ahora sólo se lo han publicado en 6 toros 6. En Hormones and behaviour, ni siquiera han oído hablar del trabajo de Illera, según han confirmado a Público sus editores.

Este profesor de la Universidad Complutense asegura que para hacer sus mediciones en las hormonas del animal, inserta un microchip en las reses en cuatro momentos distintos de la lidia.

Illera dice haberlo hecho ya con un total de 3.200 toros 680 en Las Ventas, a lo largo de 15 años. Ninguno de los veterinarios fisiólogos consultados tiene noticias de que algo así se pueda hacer.

Pero Illera sigue con sus investigaciones. En la actualidad, está realizando el mismo trabajo en matadores de toros, para medir su estrés. "Llevamos estudiada la respuesta de nueve toreros y estamos hallando resultados igualmente excepcionales en la capacidad del matador de hacer frente a situaciones de grandísimo estrés en los que se está en juego su vida", defiende el profesor. ¿Toreros, un veterinario? "También soy licenciado en Medicina", responde.

El profesor Illera no es un outsider que va por libre. Además de los viajes que le proporciona la Mesa del Toro, el lobby protaurino, este investigador da charlas habitualmente en los distintos colegios de veterinarios de cada provincia. El año pasado, Illera recibió además la más importante condecoración de la agrupación profesional malagueña por este trabajo, a pesar de ser tan contestado entre sus colegas universitarios.
"Confundir a la gente"

Para el presidente del Consejo de Veterinarios de España, Juan José Badiola, es "normal que exista una controversia entre el debate profesional y el debate científico".

"Es verdad que el hecho de que Illera no publique su trabajo lo pone en entredicho", reconoce Badiola, a quien le "sorprende un poco" que el polémico profesor tenga a su disposición tantos altavoces oficiales para repetir sus teorías. "Existe el peligro de confundir a la gente", añade Badiola, "aunque tratándose de un profesor universitario, no tengo por qué dudar, en principio, de su honestidad".

Las agrupaciones ecologistas y la Asociación de Veterinarios Antitaurinos (AVAT) creada ad hoc para contestar a las teorías de Illera son muy críticas con la agrupación profesional que preside Badiola. Estos activistas denuncian que la carrera veterinaria depende aún demasiado de los puestos de trabajo que genera la tauromaquia y que por eso "no permiten que se alcen voces críticas contra la lidia". Lo dice José Enrique Zaldívar, vicepresidente de AVAT, quien señala que el medio centenar de sus asociados están "atemorizados por sus compañeros protaurinos, que ganan mucho dinero gracias al sufrimiento de los toros". "Se sirven de Illera para justificar su trabajo", asegura.

Según datos del propio Consejo General de Colegios Veterinarios, de los 27.000 profesionales colegiados en España, alrededor de 3.500 desarrollan su profesión en el mundo taurino.

Publiado originalmente en diario Público.