Jeremy Rifkin es un economista de 65 años. Asesoró a Al Gore sobre economía y ecología durante la Administración de Bill Clinton. Una reconocida voz que desde hace años no se siente escuchada. Afirma con rotundidad que comer demasiadas vacas está calentando la Tierra. Ha estado en Madrid en la conferencia Crisis alimentaria: problemas y posibles soluciones, organizada por el PSOE. Contó a José Luis Rodríguez Zapatero, y a Robert Watson, el director de la ONU para Agricultura y desarrollo científico (IAASTD), su particular verdad incómoda. "Es como si tuviéramos una vaca en el salón de casa y nadie quisiera mirarla".
¿Qué daño están haciendo las vacas al calentamiento global?
La industria de la carne es la segunda causa del calentamiento del planeta. Siempre se habla del efecto de la construcción de edificios y del consumo que hacemos en ellos. Por supuesto, se habla del transporte, pero nunca se habla de la industria de la carne. Pues bien: el consumo en edificios es la primera causa; la industria de la carne, la segunda, y el transporte, la tercera.
¿Producen las vacas emisiones?
Sí, de metano, producido por sus flatulencias; de CO2, el que se genera para que ellas coman y el transporte de su carne a los mercados. Estamos destruyendo el Amazonas para alimentarlas. Hay que producir 900 kilogramos de comida para obtener un kilogramo de carne.
¿Cómo se explica este desequilibrio?
Hay que tener en cuenta que hay una relación entre los crecientes precios de la energía, los costes de la comida y el cambio climático. La ONU ha hecho un informe llamado Feed versus food [Forraje frente a comida] en el que se concluía que el 39% de los campos del mundo se utiliza para animales. Otro 47% es alimento para las personas. El otro 15% es para productos industriales. Estamos utilizando el campo para alimentar a los animales cuando hay 2.700 millones de personas que gastan más de la mitad de su dinero en comida.
¿Qué propone entonces?
Deberíamos empezar a pensar en gravar con impuestos la producción de alimentos para ganado y animar a producir comida para hombres. Igual que hemos puesto límite al dióxido de carbono, tenemos que frenar el consumo de carne.
Pero los granjeros tienen que ganarse la vida.
Por supuesto. Éste es un tema que quiero que quede claro. Hay que hacer la transición de manera que no afecte a los granjeros. Por eso son tan importantes los incentivos para el cultivo de alimentos para personas.
Esta teoría la hizo usted pública a principios de los noventa con su libro Beyond the beef [Más allá de la carne]. ¿Por qué nadie le hace caso?
Sí, es una historia vieja. Es muy triste que ni siquiera un líder mundial se haya preocupado de ello. Sólo hay dos personas que estamos hablando de ello. Rajendra Pachauri [el presidente del Panel Internacional del Cambio Climático y Premio Nobel de la Paz en 2007 junto con Al Gore] y yo. Ah, y Paul McCartney, que está muy involucrado y ha propuesto el lunes verde para que el primer día de la semana todo el mundo haga dieta vegetariana.
¿Por qué están tan solos?
Porque concierne a la industria global de la ganadería y habría que cambiar los hábitos de la gente. Fíjese que precisamente su dieta, la mediterránea, que se basa en tomar grandes cantidades de fruta y verdura y muy poca de carne, es perfecta. El problema es que en países como el mío se consumen cantidades de carne inadmisibles. Tomamos incluso más proteínas de las que podemos digerir.
¿Usted come carne?
No. Se puede decir que soy vegetariano al 95%. Empecé en 1977, pero bebo leche y tomo un poco de pescado.
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