MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 1:
“Los cazadores protegen el bosque y el campo de los destrozos de los animales de caza”.
La caza provoca muy al contrario los múltiples destrozos de los animales. A causa de la caza, los animales son espantados innecesariamente, lo que a menudo aumenta más su necesidad de alimentarse y con ello los daños a causa de ello. El extendido argumento de que los animales cinegéticos provocan destrozos considerables, sirve tan sólo como pretexto de los cazadores para introducir temporadas de caza más largas o mayores cuotas de disparos. Con frecuencia los perjuicios a personas o cosas provocados por los cazadores son más grandes que los destrozos a la agricultura causados por los animales (Mathieu Roger, 1987). El biólogo de animales de caza Dr. Harald Kilias, de Bayreuth -él mismo cazador- dijo en una grabación de Radio Baviera: «el bosque es también bosque si crecen en él árboles pequeños de poco beneficio lucrativo». Por lo demás, la industria de la madera no lo es todo.
Como lo demuestra la obra principal Del contrasentido de la caza del zoólogo Carlo Consiglio, de la universidad de Roma, los destrozos por mordiscos son mínimos en la mayoría de los casos y suponen, como mucho, menos del 2% de las plantas o del beneficio extraído de la Madera. Además, nuevos planteles y plantaciones jóvenes de bosque pueden ser protegidos de los mordiscos de venados mediante vayas o redes protectoras. Un estudio para los ministros de agricultura en Bruselas demuestra además: los perjuicios causados por los animales de caza podrían ser evitados completamente si el hombre extendiera la alimentación de los aquellos durante todo el año (Ueckermann: Influencia del alimentar a los animales de caza sobre el nivel de expansión del venado, 1985). Por último, también las autoridades podrían remediar destrozos, como es p. ej. el caso de los destrozos causados por maniobras y ejercicios de tropas.
Los «destrozos por forrajeo» en el bosque y en el campo tienen lugar porque a los animales no se les deja ningún alimento más:
Antes, durante la cosecha, se quedaban en el suelo de los campos muchos granos o también patatas. Con ello permanecía siempre algo para los animales.
Hoy no queda nada de sobra a causa de las máquinas modernas; a los animales se les quita cada grano.
Antes los animales de caza podían pastar en las superficies de los prados.
Hoy también los prados son cosechados en su mayor parte o segados. Para los pájaros mismos apenas queda nada de sobra.
Antes los campos y prados eran cultivados de modo natural.
Hoy los campos y prados son envenenados mediante herbicidas y abonos químicos, así como con estiércol y excrementos líquidos.
La agricultura moderna ha quitado a los animales de caza las fuentes de alimentos. El cazador «regula» el desequilibrio: si los animales entran en los campos para buscar el alimento, son matados a tiros. El espacio vital de los animales se ha reducido aún más en los últimos decenios. El hombre es el causante. ¡La apropiación de espacio vital es robo! ¿Deben ser regulados los animales a los que se les ha arrebatado el espacio vital, o debe ser regulado el culpable, el hombre?
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 2:
“Los cazadores sustituyen a los extinguidos animales predadores”.
Nuevas investigaciones demuestran que los denominados animales predadores no son los responsables de la regulación, es decir del control numérico, de sus presas. Los animales rapaces apresan preferentemente sobre todo animales viejos, enfermos y débiles, devoran carroña y contribuyen así a una sana existencia de los animales silvestres. Un cazador que dispara a gran distancia sólo puede juzgar en el mínimo de los casos si un animal está enfermo o es viejo. Puesto que los cazadores, no obstante, buscan los animales majestuosos, es decir, los grandes trofeos, la caza practicada por los hombres conduce por el contrario en toda regla a una selección errónea antinatural. Declaración de un cazador: «cacería significa también, no sólo abatir al animal débil y enfermo, sino animales “excedentes” completamente sanos (¿Quién quiere comer animales atrofiados o enfermos?)» (WILD UND HUND 13/2001).
Con la cacería anual en todo el estado alemán de aproximadamente 700.000 martas, zorros y comadrejas, los cazadores han diezmado los animales predadores que quedaban, con el esquizofrénico argumento: «los animales carnívoros quitan las presas a los cazadores». El lobo, el lince y el oso pardo están prácticamente extinguidos en Europa a causa de la caza, el águila está muy diezmada. Los animales especialmente criados para ello están desnaturalizados y son dados para su caza. En Francia p. ej. son importados cada año animales del extranjero y abatidos por los cazadores: 6.200.000 faisanes, 800.000 patos silvestres, 500.000 perdices y codornices y 200.000 liebres. ¿Y con qué motivo matan los cazadores en Alemania cada año cerca de 300.000-400.000 gatos domésticos y aprox. 40.000 perros?
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 3:
“La caza es protección activa de la naturaleza”.
La caza significa una destrucción del equilibrio natural del ecosistema. Esta puede llevar a diezmar o exterminar especies de animales. Los cazadores son unos aprovechados de la naturaleza y no unos protectores de la misma. Ellos cuidan en todo caso de los animales que les interesan como botín. Por lo demás, los cazadores mismos contradicen hoy en día aquella afirmación: «la caza como protección activa de la naturaleza» o «los cazadores como verdaderos protectores de la naturaleza» etc., todo muy bien y bonito. Pero a pesar de todo ello no somos aceptados por los funcionarios de las asociaciones protectoras de la naturaleza. ¿Por qué no estamos al fin más por el sentido y finalidad de nuestra práctica de cazadores (…) La caza no es conservación en primera línea, sino en su sentido original hacer botín y queremos hacer botín. No es reprochable sentir alegría cuando conseguimos tirar una pieza. No, debe proporcionar por lo demás alegría si un venado muere sin sufrir a causa de un disparo limpio… » (WILD UND HUND 13/2001).
En el cantón suizo de Genf la población decidió en 1975 por referéndum la prohibición general de la caza de mamíferos y aves. En los años siguientes aumentó de manera espectacular el número de aves acuáticas que invernaban a orillas del lago de Genf y del Rín, sin duda una consecuencia de las perturbaciones restantes causadas por la caza. Antes del referéndum los representantes de los cazadores habían afirmado que sin la caza la liebre en el cantón de Genf estaría amenazada de extinción a causa de los animales depredadores. El caso fue lo contrario. Entre tanto el cantón de Genf se alegra de una sana capacidad de crecimiento de la población de liebres, la mayor densidad de población de liebres en Suiza. El temor de los agricultores de que la prohibición de la caza causaría más destrozos en los cultivos, no ha sido confirmado: el número de destrozos en el cantón de Genf son comparables con los de Schaffhausen, a pesar de que en Schaffhausen está permitida la caza.
Un gran número de especies que aún se cazan en Alemania (liebres, martas arbolares, codornices, perdices) están en la lista roja de las especies amenazadas a nivel estatal. La caza no es siempre el único factor de peligro, aunque la cacería de especies amenazadas no contribuye especialmente a su conservación.
Los perjuicios a causa de la caza son enormes con motivo del desarrollo de la tecnología de armas: desde el siglo XVII son la caza y la destrucción de los espacios vitales naturales a causa del hombre los responsables del 57% de las aves extinguidas y del 62% de las especies de mamíferos extinguidos sin la caza.
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 4:
“Sin cacería los animales de caza aumentan desproporcionalmente”.
Estudios de campo de ecólogos han dado por resultado que los animales disponen de un mecanismo interno de regulación de la población: la regulación de las existencias de animales de caza no tiene lugar a causa de la caza. Si hay amenaza de superpoblación, disminuye la cuota de nacimientos. También allí donde fue prohibida la caza en Europa, como p. ej. en los extensos parques nacionales italianos o en el cantón suizo de Genf, no ha podido ser constatada hasta ahora ninguna existencia desproporcionada de animales cinegéticos. En casi todos los otros países del mundo está prohibida la caza en las zonas de protección natural, sin que se haya desajustado hasta el presente en ellas el equilibrio natural.
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 5:
“Los cazadores matan sin causar dolor”.
A menudo los animales son tan sólo tocados por los disparos. La búsqueda posterior, si es que ésta tiene lugar, dura horas o días. Hasta el disparo mortal los animales se arrastran horas o días enteros con el cuerpo destrozado, las vísceras colgando o los huesos rotos a través del bosque huyendo de los cazadores. También muchos animales, en especial aves silvestres, son alcanzados por el plomo de los cazadores, pero no mueren al momento, porque no han sido dañados los órganos vitales. Con frecuencia terminan muriendo horas o días más tarde a consecuencia de las heridas. Uno de cada cuatro patos vive con heridas de disparos.
En las supuestas trampas de «atrape sin heridas» los animales capturados entran en pánico en el instante en que se cierra la caja con un fuerte ruido, entonces se mueven violentamente y se hieren a menudo de gravedad a causa de ello. La «pieza» (lenguaje de cazadores), ensangrentada, torturada por terribles dolores, no pocas veces hambrienta o sedienta permanece horas, a menudo días, en una caja estrecha y en espera de una muerte cruel.
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 6:
“Los cazadores protegen a la población de la rabia canina”.
En Europa se lleva a cabo una campaña metódica de exterminio contra el zorro: con plomo, cepos metálicos, trampas, gasificación de madrigueras y cebos envenenados, y esto todo el año. Sin embargo, la expansión de la rabia canina no ha sido detenida con ninguna de estas medidas. La caza de zorros contribuye incluso a la expansión de la enfermedad a causa del rápido cambio de lugar de los animales supervivientes. El cantón suizo Wallis está libre de la rabia desde 1981 por las acciones de vacunación practicadas. Esta acción costó a Wallis 106.800 francos al año, mientras que el cantón colindante de Berna –sólo un poco más grande en superficie- destinó 818.148 francos para la matanza de un gran número de zorros y la vacunación de venados, sin mitigar con ello la rabia canina.
Por lo demás, la probabilidad para las personas de enfermar de rabia es, p. ej. en Alemania, de una por cada 171.875.000 (Horst Hagen, 1984).
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 7:
“La caza es un patrimonio cultural”.
Bajo cultura se entiende «el conjunto de las manifestaciones espirituales y artísticas… de un pueblo, así como «tipo refinado de vida, educación y formación» (v. Duden, tomo 5, 1982). ¿Si matar animales pertenece a ello? ¡Seguro que no!
Que el hombre se arrogue el derecho de matar por diversión a seres vivos que sienten y que perciben el dolor igual que él, es algo absolutamente inaceptable desde el punto de vista moral.
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 8:
“El hombre ha cazado desde siempre”.
En los primeros tiempos el hombre fue recolector. Después se convirtió en cazador. El tipo de desgaste en la superficie de los dientes molares de muchos homínidos y hominoides muestra claramente que estos predecesores de los hombres eran comedores de plantas (fibras vegetales, frutos de cáscara, nueces, etc.). Los típicos animales predadores (p.ej. el lobo, el león) y omnívoros (p.ej. la musaraña, el erizo) tienen otra estructura dental en los dientes molares diferentes a la del hombre actual.
En la historia de la Creación, la fase primaria vegetariana de la humanidad se refleja todavía cuando en el Génesis 1.29 Dios dice: «Ved, Yo os he dado como alimento todas las plantas que dan semillas en toda la Tierra, y todos los árboles portadores de frutos que dan semillas». Pero en la medida en que el hombre comenzó a hacer la guerra contra sus hermanos, comenzó también a sacrificar animales. Entre los pueblos «primitivos», la caza sirve para conseguir alimento. Entre los pueblos «desarrollados», la caza está en la tradición de los señores feudales. Sin embargo, el feudalismo está hoy en día completamente anticuado. En Europa el hombre no caza más para asegurarse su alimento. Se trata única y exclusivamente de una ocupación de tiempo libre, de una diversión, del placer por matar.
Los cazadores alemanes deberían pensar también en el pasado histórico de su país: desde torres de control fueron también disparados hombres, a saber, en los campos de concentración y en la frontera de la DDR. El cazador es en nuestro tiempo el único que puede disparar a metas vivas, desde las seguras casetas de tiro. A diferencia de los soldados, que en la mayoría de los casos tienen ante sí a un enemigo con iguales posibilidades, el cazador es especialmente cobarde: él dispara sólo cuando la víctima no se puede defender.
En la sangre de muchos hombres está el matar: cuantas menos guerras, ¿más caza? Guerra es fratricidio. La guerra contra los animales es el asesinato a nuestros hermanos los animales.
Teodoro Heuss, que como primer presidente de la República Federal Alemana debió participar a menudo, por motivos de representación, en cacerías con diplomáticos, lo formuló certeramente: «La caza es sólo una denominación cobarde para un asesinato especialmente cobarde de criaturas sin posibilidades. La caza es una forma secundaria de enfermedad mental humana».
Fuente: Noalacaza.Vida (universal.es)