A rapa das bestas
España es un país con una cultura muy rica pero desgraciadamente parte de esa cultura es cruel, bárbara y despiadada con los animales no humanos. Claros ejemplos son las corridas de toros, los bous embolats o los bous al carrer pero también hay otras tradiciones menos conocidas aunque igualmente bárbaras como la que os explicaré a continuación.
En 1567 dos hermanas de Sabucedo, un pueblo de Pontevedra, fueron a pedirle a San Lorenzo que les librara de la peste negra, a cambio éstas le regalarían dos caballos. Cuentan que este fue el inicio de la tradición conocida con el nombre “A rapa das bestas”, que se viene celebrando en este pueblo desde hace más de 4 siglos. Según los lugareños es una tradición noble, donde se demuestra la valentía y la fuerza del hombre.
El inicio de la fiesta consiste en subir al monte Cabado en busca de manadas de caballos salvajes, hombres a pie corren para atrapar a las manadas asustadas, estresadas y desconcertadas por la invasión, ayudados por hombres a caballo las rodean y las hacen bajar hasta el pueblo que está a unos 15 km de distancia, los caballos y los potrillos salvajes se cansan y se fatigan por el camino.
Una vez en el pueblo, y sin previo descanso, los encierran en el "curro", una plaza circular hecha de paredes de piedra. Allí, caballos salvajes acostumbrados a trotar libremente disfrutando de la paz y la tranquilidad del monte se ven sometidos al hacinamiento y encarcelamiento, de este modo no tienen el espacio suficiente para defenderse dando coces y así no hieren a los “nobles y valientes” humanos.
Niños de entre 12 y 15 años se inician en esta tradición separando a los potros de los caballos, realizan esta “hazaña” cogiendo a los potros por el cuello, la cola o cualquier otra parte del cuerpo para que no opongan resistencia y así sacarlos del curro.
Después llega el turno de los hombres, tienen que conseguir someter a los caballos, raparles las crines, las colas y marcarlos. Estos están nerviosos y muy asustados, intentan defenderse mordiendo y dando coces, pero de nada les sirve. Son necesarios 3 hombres para someter a un caballo, uno lo monta para cansarlo, otro lo coge por el cuello, el tercero lo coge por la cola, lo rapa y lo marca.
Los hombres se enorgullecen de someter a animales feroces, pero como en otras tradiciones en España no hay igualdad de condiciones y se trata de un espectáculo más, cruel y despiadado.