Cuando sientes la muerte cerca, tienes miedo. No entiendes nada. La impotencia te ahoga y te paraliza y sólo quieres huir. Esto es lo que sienten cada día millones de animales a las puertas de su muerte, tanto en los mataderos, como en fiestas populares, en los bosques y montes viviendo libremente, en la experimentación o en la industria peletera. Millones de animales son asesinados con total impunidad, llamando a ese acto "sacrificio" como si estuviéramos delante de un antiguo altar. Y ellos tienen miedo, sufren, pelean por su vida o se paralizan, gritan, en definitiva, como seres sintientes que son. Somos crueles con ellos. O cómplices sin saberlo. Su vida y su muerte se convierte en un infierno en la tierra.
El domingo 11 de diciembre de 2016, junto a AnimaNaturalis, cientos de personas nos hemos querido poner en la piel de los animales para visibilizar esta injusticia. Para hacer llegar su dolor y sufrimiento a los que crean o no que ningún ser vivo merece ser sometido, explotado, torturado ni asesinado para el provecho de nadie. Que su piel les pertenece. Que su vida les pertenece. Cuando estás en el suelo imaginas por un momento el dolor que deben sentir, su miedo, su perplejidad. La sangre de nuestros cuerpos desaparecerá en unas horas. La de los suyos manchará nuestra historia por siempre.
Ni el frío ni el pudor pueden con las ganas de hacer algo por los que no podemos escuchar. Les oímos, pero no les escuchamos. Algunas veces es más cómodo cerrar nuestros ojos, nuestros oídos y nuestra alma al dolor ajeno. Pero hay algo ahí que a muchos nos empuja a movernos por los que nos necesitan. Y no podríamos hacerlo de otra manera aún a riesgo de las burlas de necios e ignorantes. Su sufrimiento pesa mucho más que eso, que un suelo frío, la incomodidad, la vergüenza, el miedo.
Cuando recordamos el dolor que deben pasar esos animales nada más importa. Todo acto que pueda tocar la conciencia de una sola persona cuenta. Y seguiremos haciendo lo único que sabemos: ponernos en su piel.
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