Los becerros criados para producir carne de ternera son confinados a oscuros y pequeños cajones, a los cuales son encadenados por el cuello para mantenerlos casi completamente inmovilizados, de manera que su carne se mantenga tierna. Son alimentados con una dieta líquida baja en hierro y con poco valor nutricional, de manera que la carne se vuelva blanca. Este trato atroz hace que las terneras enfermen y frecuentemente sufran de anemia, diarrea y neumonía.
Debido a las hacinadas y sucias condiciones en las que son mantenidos, muchos becerros criados con estos fines están muy enfermos para cuando deben ser subidos a los camiones de transporte.
El corto viaje de sus pequeños corrales hacia los camiones de transporte puede ser la primera vez en que estas terneras tienen oportunidad de caminar. Algunos becerros mueren antes de poder ser llevados a los mataderos.
Asustadas, enfermas y solas, son asesinadas después de solamente unos meses de vida.
Transporte y matanza
De acuerdo a investigaciones publicadas en el Journal of Animal Science (Revista de Ciencia Animal), el 36 por ciento de las vacas criadas para carne y el 39 por ciento de las vacas criadas para leche muestran signos de agotamiento e incapacitación para cuando llegan al matadero. Muchas se congelan en las partes laterales de los camiones y otras llegan en muy mal estado debido al agotamiento por calor. Aquellas que no pueden caminar son llamadas “downers” (mala suerte).
Los trabajadores cortan la cabeza de las vacas durante el sacrificio. Los científicos saben que el cerebro y el material espinal de las vacas puede causar la variante humana de la enfermedad de las vacas locas si son consumidos por las personas; pero la rápida y mezquina forma en que las vacas son sacrificadas causa con frecuencia que el cerebro y el contenido de la médula espinal se salpique hacia la carne que será vendida al público. Un estudio hecho por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos en el 2002 encontró que 35 por ciento de la carne de vaca contenía “tejidos nerviosos inaceptables” que podrían causar la variante humana de la enfermedad de las vacas locas.