El Gobierno de Andalucía ha acordado inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía (Cgpha), como Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Actividad de Interés Etnológico, las rehalas y la montería en la comunidad, según informa EFE.
El acuerdo, propuesta de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, indica que tanto la montería como las rehalas son actividades de interés etnológico con incidencia social, cultural, económica y medioambiental en la mayor parte del espacio geográfico de Andalucía, sobre todo en el ámbito rural.
La declaración habla también de la supuesta relación de la práctica cinegética con el medioambiente, su conservación y mantenimiento y sus valores etnográficos y de trasmisión de valores sociales y culturales.
La incoación del expediente como Bien de Interés Cultural contó con la adhesión de 50 ayuntamientos de seis provincias andaluzas, dos diputaciones (Córdoba y Huelva), 76 asociaciones de cazadores de toda la comunidad y las federaciones de caza de Andalucía y de Navarra.
Monterías y rehalas
Las monterías son aquellas actividades cinegéticas practicadas por las sociedades de cazadores cuyos integrantes cazan en su coto de caza mayor.
Por su parte, la rehala se define como la jauría o agrupación de perros de caza mayor, cuyo número oscila entre 14 y 24.
Los rehaleros incumplen constantemente la normativa andaluza de protección de los animales y mantienen a los perros en unas condiciones higiénico-sanitarias deplorables.
Las otras víctimas de la caza
Los perros, animales sociales y necesitados de cariño e interacción, pasan su vida confinados, en los mismos cheniles en los que nacieron, o encadenados, y solo son liberados unas horas cuando son utilizados para matar a otros animales. El maltrato animal que padecen es diario y por sistema.
Hay un verdadero negocio detrás de la cría y venta de perros de caza. Decenas de anuncios son colgados en portales de internet sin que las autoridades parezcan ejercer ningún control sobre esta actividad comercial ilícita en la mayoría de los casos. Las autoridades son laxas y permisivas con las numerosas infracciones que cometen los cazadores.
La caza es una actividad que atenta contra la vida y la libertad de los animales. Abolirla es la única opción que podemos tomar para ayudarles. Pero consideramos que la prohibición de la caza con perros es un primer y urgente paso para abordar esta injusticia.
La muerte y asesinato de animales de forma indiscriminada, el maltrato continuado a los perros de las rehalas jamás debería considerarse Bien de Interés Cultural, no puede ser objeto de protección especial por parte de las instituciones.
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