Dejar de consumir carne es realmente la única solución para ayudar al planeta. Un reciente estudio publicado en la revista Nature, señala que no hay diferencia realmente en las emisiones de gases de efecto invernadero entre la carne producida de forma orgánica y la producida de forma convencional.
En el estudio realizado se monitorearon las emisiones producidas durante las diferentes etapas del proceso de producción: emisiones producidas durante el cultivo, las referentes al procesamiento de alimentos y uso de fertilizantes, las emisiones emitidas por los animales y por último las emisiones en el proceso de refrigeración y transporte.
Resultó que las reducciones de emisiones de los animales criados orgánicamente (en los que no se usa fertilizante para producir alimento) a menudo se compensaban con aumentos en la liberación de metano debido a tasas de crecimiento más lentas y la necesidad de criar más animales, ya que los animales alimentados orgánicamente tienden a producir menos carne.
Por el lado de los alimentos orgánicos para los animales, resultó que fueron peores, ya que los rendimientos por hectárea son mucho menores debido a que no se utilizan fertilizantes por lo que requieren el uso más grande de extensiones de tierra.
Los datos, presentados en el sitio Nature communications, revelaron poca diferencia en las emisiones de gases de efecto invernadero de la producción de carne convencional y la que se cultiva orgánicamente.
Más específicamente, encontraron muy poca diferencia en las emisiones entre la carne de vacuno producida convencionalmente y la carne de vacuno producida orgánicamente. También encontraron que los pollos criados orgánicamente producían un poco más de emisiones que los criados convencionalmente y que la carne de cerdo orgánica producía menos emisiones que la carne de cerdo convencional.
Como resultado final del estudio, los investigadores sugieren la necesidad de fijar impuestos a la carne en el cual reflejen el costo medioambiental. Calcularon que un impuesto de éste tipo aumentaría aproximadamente un 40% el valor de la carne producida de forma convencional y un 25% el valor de la carne orgánica. Igualmente subirían los precios de los productos derivados como los huevos, la leche o los quesos.
Así mismo recordemos que igualmente la carne producida de forma orgánica requiere de un uso excesivo de recursos hídricos, pues al crecer los animales de forma más lenta que en la industria, éstos requieren más litros de agua para su consumo.
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