La Puerta del Sol en Madrid fue testigo el pasado 27 de noviembre de un encuentro internacional de activistas antitaurinos provenientes de ocho países: España, Francia, Portugal, México, Ecuador, Colombia, Perú y Venezuela. Un llamado urgente resonó en las calles de la capital española: el fin de la tauromaquia. Este acto de protesta no solo representó una manifestación contra la crueldad animal, sino también un reconocimiento al respaldo político que la causa ha encontrado en figuras como el ministro de Cultura, Ernest Urtasun.
Durante la protesta, la portavoz de la Red Internacional Antitauromaquia (RIA), a la que AnimaNaturalis pertenece desde su fundación, expresó su agradecimiento al ministro Urtasun por su apoyo en la lucha contra las subvenciones millonarias otorgadas a las ganaderías de lidia a través del Programa Agrario Común de la Unión Europea. Sin embargo, la sombra de la tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial de España plantea desafíos, recordando a los activistas que la tradición aún cuenta con defensores arraigados.
El manifiesto leído durante la protesta dejó en claro que la tauromaquia es considerada una aberración que no tiene cabida en el siglo XXI. Los activistas exigieron medidas políticas concretas para abolir esta práctica, respaldando su posición con estudios y encuestas que reflejan un rechazo mayoritario en los países mencionados. En España, según la Fundación BBVA, ocho de cada diez ciudadanos se oponen al maltrato animal en los toros. En México, el 73% considera la tauromaquia como un acto de crueldad animal, según una encuesta del diario Reforma. Además, un 85% de los colombianos está a favor de la prohibición de las corridas de toros, según una consulta realizada por Datexco.
La tendencia a la baja en la tauromaquia también fue resaltada durante la protesta. Datos presentados indican una disminución significativa en el número de corridas de toros en los últimos años en España (-58%), Francia (-40%), y Ecuador (-65%). Este declive revela un cambio en la percepción pública y un creciente rechazo hacia estas prácticas.
No obstante, los activistas fueron más allá al denunciar a los actores poderosos detrás de la tauromaquia. Según el manifiesto, toreros y asistentes son simples marionetas en manos de intereses mucho más influyentes. Con esta afirmación, los activistas buscan poner de manifiesto que la tauromaquia no solo afecta a los animales, sino también a las personas involucradas.
En este contexto, organizaciones como la Red Internacional Antitauromaquia y AnimaNaturalis han desempeñado un papel fundamental al unir fuerzas y coordinar esfuerzos a nivel internacional. Estas organizaciones se han convertido en catalizadores del cambio, impulsando campañas informativas, acciones legales y eventos de concienciación para poner fin a la tauromaquia.
La lucha internacional por los derechos animales ha encontrado en la protesta en Madrid un hito significativo. Los activistas, respaldados por el apoyo político y evidencia del declive de la tauromaquia, han reafirmado su compromiso con la abolición de esta práctica. Mientras la sociedad continúa evolucionando hacia una mayor compasión y respeto por los animales, la voz de aquellos que abogan por un cambio ético en el trato hacia los toros sigue resonando fuerte y clara.