Mientras la pólvora de la Mascletá se estaba preparando frente al Ayuntamiento de Valencia, un grupo de activistas se alzaba en silencio, sosteniendo pancartas que clamaban por compasión y justicia. Sus rostros, reflejo de una sociedad que cuestiona tradiciones frente a la empatía, contrastaban con el bullicio festivo de las Fallas. La tauromaquia se encuentra más que nunca en el ojo del huracán y el escrutinio público, enfrentando críticas por su crueldad y falta de relevancia en la sociedad contemporánea.
Además, los activistas han criticado la gestión del gobierno autonómico liderado por Vox, cuyo vicepresidente primero y conseller de Cultura, Vicente Barrera –ex torero–, ha incrementado la financiación a actividades taurinas. Según los Presupuestos de la Generalitat Valenciana para 2024, se destinaron 1,7 millones de euros a proyectos culturales que incluyen la tauromaquia, una decisión que ha sido señalada como una afrenta a las prioridades de la ciudadanía en un momento de crisis. Jaime Posada, portavoz de AnimaNaturalis, expresó con indignación: "El gobierno de Mazón prefiere proteger a los toreros mientras desatiende a las víctimas de las recientes inundaciones y desmantela la unidad de emergencias de la Comunidad Valenciana. Es indignante que se destinen cientos de miles de euros a promover tradiciones crueles como la tauromaquia, mientras se niega apoyo a quienes realmente lo necesitan".
La tauromaquia, antaño símbolo de identidad española, enfrenta hoy una creciente desaprobación. Según un informe de la Fundación BBVA, más del 70% de los españoles rechazan las corridas de toros, la caza deportiva y el uso de animales en fiestas y circos. Este rechazo es más pronunciado entre jóvenes, personas con estudios superiores y aquellos con bajo nivel de religiosidad. Además, entre 2009 y 2019, el número de corridas de toros se redujo a la mitad, pasando de 2.684 a 1.425 eventos, según el Anuario de Estadísticas Culturales del Ministerio de Cultura.
La entrega de más de 715.606 firmas el pasado 17 de febrero por parte de la Iniciativa Legislativa Popular #NoEsMiCultura al gobierno central busca la derogación de la Ley de Patrimonio Cultural que protege a la tauromaquia. Esta legislación impide que las autonomías y gobiernos locales decidan si estas prácticas representan sus valores culturales.
La sociedad española se encuentra en una encrucijada. El creciente rechazo a la tauromaquia refleja una evolución en la conciencia colectiva hacia el bienestar animal. "Cada año, durante las Fallas, volvemos a Valencia para exigir que esta fiesta internacionalmente aclamada deje de ser cómplice de la tortura de animales", alega Posada. La tauromaquia no solo divide a la sociedad, sino que también perpetúa un modelo de cultura obsoleto y cruel.
La disminución en la asistencia a festejos taurinos es evidente. Según datos del Ministerio de Cultura, en el periodo 2018-2019, solo el 8% de los ciudadanos acudió a algún festejo taurino y apenas el 5,8% asistió a un festejo en plaza. De estos últimos, el 19,6% lo hizo gratis y el 5% con descuento. Tras un leve repunte en 2022 debido a factores coyunturales, en 2023 la tendencia descendente se ha reafirmado.
La protesta no solo busca la abolición de las corridas de toros, sino también una reevaluación de las tradiciones culturales. Al priorizar el bienestar animal y humano, se promueve una sociedad más compasiva y ética. "La tauromaquia no solo divide a la sociedad, sino que también perpetúa un modelo de cultura obsoleto y cruel", enfatiza Posada.
Al superar la tauromaquia, Valencia podría transformarse en un referente de festividades que celebran la vida y la creatividad sin infligir sufrimiento. Las Fallas, conocidas internacionalmente por su colorido y espectacularidad, tienen el potencial de evolucionar y adaptarse a los valores contemporáneos, destacando la innovación y el respeto por todas las formas de vida.
Es momento de alzar la voz y actuar. Como individuos, podemos rechazar la asistencia a eventos que promuevan el maltrato animal y educar a otros sobre la realidad de la tauromaquia. Colectivamente, podemos apoyar campañas que buscan la abolición de estas prácticas y presionar a las autoridades para que redirijan los fondos públicos hacia causas que beneficien a toda la sociedad. Apóyanos en nuestra lucha por un mundo más justo y compasivo con los animales.