Reseña del libro de Evelyn Pluhar "Más allá del prejuicio: la importancia moral de los animales humanos y no humanos" (Beyond Prejudice. The Moral Significance of Human and Nonhuman Animals, Duke University Press, Durham y Londres, 1995). Puedes ver la primera parte del resumen en este enlace.
Pluhar ha empleado los tres capítulos iniciales de su obra rebatiendo las diferentes defensas del especismo antropocéntrico. Los argumentos que refutan esta forma de discriminación pueden ser resumidos como sigue:
i) Una diferenciación moral debe basarse en factores moralmente relevantes. Esto no es el caso ni de la pertenencia a la especie ni del resto de las razones presentadas para defender el antropocentrismo (como la posesión de ciertas capacidades o el hecho de tomar parte en ciertas relaciones).
ii) Muchos humanos no satisfacen los criterios que han sido comúnmente defendidos al tratar de justificar el antropocentrismo.
Pues bien, en este punto es importante hacer un apunte con respecto a la relevancia de la contribución de Pluhar. Incluso teniendo en cuenta sus más y sus menos, hay que señalar que el valor de la obra de Pluhar (así como de otros autores que han explicado los argumentos en contra del especismo) no ha sido apropiadamente tenido en cuenta por los activistas pro derechos animales. Este es un síntoma preocupante de falta de reflexión sobre cómo combatir la discriminación y el uso de los animales no humanos. A menudo aquellos que luchan contra esto argumentan pidiendo a la opinión pública que sea “compasiva” o “bondadosa”, y no “justos” con los animales no humanos. En otros casos, se argumenta que son seres “inteligentes”, “simpáticos” o “bellos”. Ninguna de estas afirmaciones cuestiona el especismo (ya no digamos aquellas que no tienen que ver con los intereses de los animales, como cuando se sostiene que dañarlos conduce a dañar a los seres humanos). Los argumentos de Pluhar muestran que sólo las circunstancias relevantes deben ser tenidas en cuenta. Y ser “inteligente”, “simpático” o “bello” no es lo que determina la posesión de la capacidad de sufrir y disfrutar, que es la que hace que las acciones de los demás nos puedan dañar.
Los argumentos antiespecistas, sin embargo, funcionan de manera muy distinta. Muestran que no podemos trazar ninguna línea que distinga moralmente a todos los seres humanos de todos los animales no humanos, y, por tanto, que no hay ningún argumento que justifique una consideración desigual (especista) de sus intereses. Descubrimos así lo útil que es el trabajo de quienes, como Pluhar, han explicado cómo argumentar en este sentido. Los activistas a favor de los derechos animales harían bien en estar muy al tanto de los distintos argumentos que pueden usar aquellos que buscan defender el especismo, y de cómo rebatirlos.
Los últimos dos capítulos de Más allá del prejuicio se ocupan de las diferencias entre distintas posiciones que pueden ser mantenidas por los críticos del especismo. La intención de los anteriores capítulos ha sido básicamente apuntar a la necesidad de consistencia de las distintas posiciones en ética. El modo en que se procede en ellos es el común a la hora de rechazar el especismo: mostrar que esta posición no puede ser defendida de modo consistente, puesto que choca con otras asunciones enraizadas de modo mucho más profundo en nuestras creencias más básicas (como que, por ejemplo, es la posibilidad de sufrir y disfrutar lo que determina que podamos ser dañados o beneficiados; o l que los seres humanos que no poseen ciertas capacidades deben, no obstante, ser moralmente considerados pese a ello –de modo que carecer de cierto grado de inteligencia u otras facultades no puede ser algo moralmente relevante–). Estos argumentos no dependen de la aceptación de ninguna teoría ética particular. Sin embargo, en los capítulos 4 y 5, Pluhar presenta distintas teorías alternativas y abre una discusión entre estas. Así, el capítulo cuarto, “El utilitarismo y la protección de la vida inocente”,1 es un ataque al utilitarismo y la perspectiva que Singer mantiene sobre el problema de la muerte y el valor de la vida. En Ética práctica,2 Singer sostiene que hay una diferencia entre el interés en vivir poseído por aquellos seres que pueden planear sus vidas (lo que implica ser capaz de concebir la propia vida a través del tiempo durante largos periodos) y aquellos que, incluso pese a ser seres conscientes (esto es, seres que pueden sufrir y disfrutar) son incapaces de hacer esto. Y sostiene que el interés en vivir de los primeros sería cualitativamente mayor.
Pluhar responde a Singer rebatiendo los argumentos mediante los cuales llega a tal afirmación. De cualqueir modo, es importante apuntar que la posición derivada de un punto de vista utilitarista no tendría por qué ser la defendida por Singer. Conforme a este podría seguirse un planteamiento que no estableciese distinciones en este sentido con respecto al interés en vivir de cada ser.
¿Puede acusarse a la posición de Singer de ser especista en este punto? Lo cierto es que no es una pregunta que se pueda responder fácilmente. Está claro que la aplicación de los principios que Singer acepta no es en sí misma especista, puesto que Singer exige en todo momento que humanos y no humanos sean tratados de modo igualitario. Sin embargo, hay algo que merece la pena preguntarse aquí: ¿Por qué ha elegido Singer aquellos criterios (que resulta que muchos humanos satisfacen y muchos no humanos no) en lugar de otros que la mayoría de los humanos satisfarían, u otros que ni los humanos satisfarían? Parece que sus argumentos tienen como referencia a los seres humanos, pudiendo así ser cuestionados por antropocéntricos.
En el último capítulo “Justificación y juicio: reivindicando y respetando los derechos morales básicos”.3 Pluhar presenta su propia posición en ética. Su perspectiva defiende la existencia de derechos, pero es distinta de la defendida, por ejemplo, por Regan. Basa su posición en la teoría de Gewirth. Este ha querido demostrar que todos los seres humanos mediante un argumento como el que sigue. Afirma que, en cuanto que todos precisamos actuar para conseguir nuestros objetivos, todos necesitamos que se respete nuestra capacidad de actuar. Ello sería equivalente a decir que todos reivindicamos el derecho a actuar, y ello (siempre según Gewirth), implicaría, por consistencia, reconocer que todos hemos de tener tal derecho, con lo que habremos de respetar los derechos de los demás.4 Pluhar asume este argumento para defender que los animales de especies distintas a la nuestra deberían también disfrutar de derechos, de cara a poder conseguir sus objetivos (esto es, satisfacer sus intereses y necesidades). Pero deja de lado el prejuicio antropocéntrico que Gewirth manifiesta al presentar su teoría. De cualquier modo, la discusión sobre qué teoría ética es preferible resulta ciertamente interesante, pero es independiente del debate con respecto a si el especismo está o no justificado. Los argumentos antiespecistas son de aplicación independientemente de la teoría ética particular (contractualismo, utilitarismo, ética de la virtud…) que defendamos.
Notas:
1.“Utilitarianism and the Protection of Innocent Life”
2. Singer, Peter, Ética Práctica, Cambridge University Press, Cambridge, 1995 [título original: Practical Ethics, 2ª ed., Cambridge University Press, 1993].
3.“Justification and Judgement: Claiming and Respecting Basic Moral Rights”.
4.Gewirth, Alan, Reason and Morality, Chicago University Press, Chicago, 1978.
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