La heroica y delicada situación de los animales en catástrofes

Tras los desastres naturales, los animales siempre son las víctimas más olvidadas, pero muchos de ellos también son héroes que se arriesgan para salvar otras vidas. ¿Cuál es su verdadera situación? ¿Cómo podríamos reconsiderar el valor de sus vidas?

26 septiembre 2017
México.

El temblor del 19 de septiembre ha dejado un aproximado de 150 animales de compañía extraviados. Es importante destacar que en México existen 22 millones de perros y 5.5 millones de gatos en alrededor del 54% de los hogares, pero no estamos muy preparados para actuar en relación con ellos ante huracanes, maremotos, tormentas, incendios, terremotos, inundaciones y otros desastres naturales o causados por el hombre que generan estragos donde los humanos no son las únicas víctimas.

En estas circunstancias, miles de animales son abandonados o dejados a merced de las circunstancias. Para educar en este tema, la Protección Animal Mundial (WAP por sus siglas en inglés) trabaja desde hace más de cuatro décadas con los gobiernos y las organizaciones locales de bienestar animal para preparar a las comunidades que habitan áreas propensas a desastres teniendo en cuenta:

• Protección y almacenamiento adecuado de comida y agua.

• Identificación de animales para que puedan ser reunidos fácilmente con sus dueños.

• Métodos para evacuar a los animales de forma segura.

• Fortalecimiento y protección de albergues animales.

• Programas de vacunación.

Esta organización creó en 2008 en Costa Rica el proyecto VERU (Veterinary Emergency Response Unit) para entrenar estudiantes de medicina veterinaria en la atención y asistencia de animales en situaciones de desastres y emergencias.

En 2010 la FAO realizó un estudio titulado "La salud pública veterinaria en situaciones de desastre naturales o provocados" cuyo objetivo es exponer la necesidad de contar con planes de contingencia objetivos, que prevean recursos humanos debidamente entrenados y la infraestructura necesaria para enfrentar situaciones de emergencia y/o desastres en forma rápida y eficiente.

En nuestro país no contamos con protocolos al respecto y organizaciones como AnimaNaturalis enumeran una serie de recomendaciones para que se tenga presente qué hacer al menos en caso de sismo.

La sociedad, con apoyo de algunas instituciones y asociaciones civiles ha abierto diversos centros de acopio para animales damnificados, tanto en la Ciudad de México como para canalizar la ayuda a Oaxaca, Morelos y Puebla. Se creó también una cuenta en Twitter para difundir perros y gatos extraviados/encontrados. Sin embargo, los gobiernos y planes de emergencia no contemplan a los animales como beneficiarios.

Tomemos como ejemplo el caso de la erupción volcánica en Chaitén, Chile en 2008, donde la evacuación de los animales no humanos fue prohibida en un inicio. El gobierno accedió ante la presión popular y la permitió, pero el retraso produjo miles de muertes. Recién hace uno o dos meses, se incluyó en la ley de tenencia responsable de animales de compañía, que la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI), dependiente del Ministerio del Interior, tiene la misión de, en caso de catástrofe, rescatar junto a las familias, solo a perros y gatos, pero conejos, cobayas, o los animales de granja, no están considerados.

El huracán Katrina en 2005, por el que más de 600 mil animales murieron o fueron dejados a su suerte, originó que los ciudadanos se movilizaran para pedir al gobierno que dichos planes incluyeran estrategias de manejo de animales, como la Pet Evacuation and Transportation Standards Actaceptada en los Estados de Florida, Hawii, Louisiana, Maine, New Hampshire, New Jersey y Vermont.

Un terremoto en Lima, Perú, en 2007, provocó la muerte de miles de animales, que no fueron tenidos en cuenta en los planes de contingencia del gobierno. Durante el desastres nuclear de 2011 en Fukushima, Japón, muchos animales murieron de hambre porque no fueron evacuados. Estas muertes se añadieron a las muchas causadas por el tsunami y el terremoto. Una excepción a esto fue el trabajo llevado a cabo por Naoto Matsumura, quien decidió permanecer en la zona para cuidar a los animales abandonados. Las sequías en Madagascar a inicios de los años 90 produjeron la muerte de muchos animales domesticados y silvestres.

Los animales no solo han sido víctimas en el temblor que afectó a la Ciudad de México, sino héroes, como los perros del Equipo de Búsqueda y Rescate (BREC) de la Unidad Canina de la Secretaría de Marina – Armada de México. Frida, Evil, Eco y Logan, entre otros, se especializan en la búsqueda de personas tras desastres. La rescatista más popular es la perra labrador de siete años entrenada en el rastreo de narcóticos y explosivos, quien a través de su olfato ha ubicado a 36 personas que quedaron atrapadas en el pasado sismo, con un total de 52 rescates en su carrera.Otro caso a destacar es el del perro Manolo, un mestizo de la Fiscalía General de Jalisco que abre el cuestionamiento acerca de por qué no entrenar perros sin raza para este tipo de colaboración.

Si bien la respuesta de los ciudadanos ha sido solidaria con las víctimas no humanas, aún nos falta mucho por hacer a nivel gubernamental para tener equipo especializado de rescate y atención veterinaria en gran cantidad, así como protocolos que indiquen qué hacer en amenaza de derrumbe, donde, por ejemplo, fue gracias a la presión de redes sociales que se permitía el acceso a inmuebles en los que había animales atrapados.

Una frase circuló a raíz de las labores de los binomios caninos que nos inspira a contemplar a los animales como compañeros de vida: "Quien piensa que se pierde el tiempo rescatando perros, que vea que hay perros rescatando personas". No olvidemos que estos seres sintientes vagan por millones en las calles de nuestro país, y son considerados, en el mejor de los casos, parte del paisaje urbano, cuando no, blanco de agresiones y abusos.

Espero que así como en situaciones extremas mostramos solidaridad con otros grupos sociales, también seamos empáticos hacia los animales que muchos consideramos familia y con quienes compartimos la vulnerabilidad y fragilidad de la vida.

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