Corría el mes de diciembre de 1996, y confieso que estaba muy emocionado porque en la oficina habíamos adquirido una impresora-fax de tóner a color y además contratamos un servicio prepagado de Internet por dial up. Sabía que nada iba a ser imposible de realizar de ahora en adelante.
Y así fue, nuestra confianza se incrementó porque no nos sentíamos menos que nadie. Comenzamos a comportarnos como una empresa que tenía fax, Internet e impresora a color. La cartera de cuentas era envidiable porque manejábamos clientes de gran facturación.
Después, con el tiempo llegaron nuevos muebles, computadoras más actualizadas, programas más avanzados, más y mejor personal (porque querían trabajar en nuestra oficina). Siempre tuvimos el talento, pero nos faltaban los recursos para demostrarlo, o nos faltaba creer en nuestro trabajo.
Desde entonces comprendí el significado de esa trillada frase que veía en los carteles motivacionales de la oficina “”Conviértete en el cambio que quieres ver en mundo!”, y esta experiencia pasó a ser un axioma más en mi vida.
Más adelante en el nuevo milenio, y ya como un activista por los animales entendí que no se iba a conseguir nada importante para los no humanos si no éramos profesionales de sus derechos. No bastaba las buenas intenciones o nuestra impecable moral de no comer, vestir o usar animales. Teníamos que ser más que activistas, teníamos que especializarnos.
Y en esa búsqueda de información para defender mejor a los animales, encontré una organización que actuaba en sintonía con mis convicciones, AnimaNaturalis.
Al principio me costaba hasta pronunciarla Animal Naturales, Animaturales, Anima Natura, lo leía muchas veces y muchas veces me equivocaba al pronunciar. Tal vez, porque lo que me importaba era el contenido de lo que leía en su web site y no tanto ese logo con la silueta de un animal que nadie sabe cuál es, pero se sabe que es un animal.
Desde 2006 trabajo, sí trabajo, porque es mi profesión y mi oficio, en la organización internacional de derechos animales, AnimaNaturalis. Con un recurso humano, muy especializado en temas de derechos animal que difícilmente se encontrará en otra organización de habla hispana.
Hoy, cuando se cumplen 15 años de la fundación de AnimaNaturalis, no voy a celebrar el aniversario, porque la lucha por los derechos no es algo que se festeje, cada año que pasamos luchando por ellos significa que no hemos alcanzado el objetivo, pero sí quiero reconocer la labor de un equipo fantástico que ha alcanzado grandes beneficios para los animales en Iberoamérica y agradecerles porque me han convertido en el cambio que quiero ver en el mundo.
Gracias infinitas al staff fundador Leonora Esquivel y Francisco Vásquez, a las pujantes Fabiola Leyton y Aida Gascón, a Katty Pall por haberme reclutado, a la constancia de Yasmina Moreno, Linn Nuñez, Jénifer Alcántara, Israel Arriola, Rebeca Prezi, María Eugenia Arvelo, Paulina Pulgarín, Edison Duque, John Duque, Juan Guillermo Páramo, Andrea Padilla, Milena Cuitiva, María Rangel, Ana María Beltrán y María Celeste Jimenez, y a mis sociedad Andrew Becerra, Maryory Sandoval, Nevis Redondo, Sinnis Espinoza, Fabiola Marquez, Liz Valero, David Landa, Daniela Méndez, Yiyi Maiola, Christian Volcán, Nathalia García Carvlaho, Ariana Pernía, Mariel Rebolledo, Julliet Díaz, Manuel Ferreira, Ronald Marrero, Carlos Castro, Anaís Araque, Andrés Casanova, Michel Serni, Oriana Gonzalez Tovar, Laura Ceclilia Cárdenas, Laura Sánchez Ceballos, Andresito Cansanova, Carlos Chacón “El Duende”, Evelyn Lucero, Génesis Rondón, Nathalia Cárdenas, y muy especialmente a Jeany Nova y Bianca Castillo, los motores de la sede en Venezuela.
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