Como buen marabino crecí oyendo a mis mayores de las anécdotas zulianas que se afianzaron en mi memoria regionalista como el clavo fundacional de las vías férreas. La mayoría de ellas vienen acompañadas con análisis y críticas, como por ejemplo que el Hospital Universitario de Maracaibo cuenta entre sus equipamientos una barredora de nieve, y nadie hasta la fecha sabe por qué la compraron, aunque algunos dicen que se debe a que la compra del todos los equipos se hicieron en un sólo paquete comercial desde los EE.UU.
Pero de todas las curiosidades, la que más me ha llamado la atención es una noticia que data del 14 de febrero de 1955, cuando misteriosamente apareció en la playa Goagira de Zulia-Mar, cerca del balneario Caimare Chico un Pingüino Saltarrocas.
El enigmático y simpático inmigrante avistado por Martín Perez terminó siendo capturado y llevado a resguardo por el Instituto de Ciencias Naturales de Maracaibo quienes lo exhibieron en el Zoológico para el deleite de la población a un costo de cuatro lochas de la época.
Se desconoce las razones que tuvo Policarpio (así bautizaron al ave) para viajar desde el Polo Sur hasta el Caribe, al principio se presumía que lo hizo atravesando el Océano Atlántico, pero la aparición de otro pingüino dos meses más tarde en Panamá concluyó que tomó la vía más larga, la del Océano Pacífico.
También se sospechó que habría escapado de algún zoológico marino, un circo o de algún barco que lo transportaba, pero nunca pudo confirmarse al no aparecer reportes de algún suceso que lo identificara, a pesar que la noticia causó tanto impacto que el equipo de RIPLEY AUNQUE USTED NO LO CREA visitó Maracaibo para realizar un reportaje del acontecimiento. Otra teoría es que fue mercancía del tráfico ilícito de fauna, pero recordemos que estamos hablando de 1955 y cualquier especulación es más que válida.
Por casi seis meses estuvo exhibido al público y se contabiliza que más de un cuarto de millón de personas pagaron la entrada para verlo, hasta que el 28 de agosto del mismo año, el Dr.Adolfo Pons anuncia su fallecimiento causado al ahogarse después de caer al agua desmayado por un fuerte golpe que recibió de una piedra lanzada por un niño.
¿Había necesidad de terminar así? En la época se decían cosas insólitas como que el pingüino escapaba del frío del Polo Sur y quería conocer el clima cálido de Maracaibo y su gente, se hicieron muchos cuentos callejeros y mitos del suceso. Hasta el reconocido escritor Salvador Garmendia escribió un libro para niños que tituló “Un Pingüino en Maracaibo” que fue galardonado internacionalmente.
Los humanos tenemos un don especial para justificar nuestros errores, y creernos cosas tan inverosímiles como que un animal polar decide, así no más, visitar la “tierra del sol amada”.
Tan distinta sería la historia de Policarpio si se hubiese buscado la forma de regresarlo a su hábitat y se reencontrase con los suyos. Qué ironía que las naciones se las ingenian para devolver refugiados humanos que escapan de los problemas de sus países y no hacen nada por los animales que deberían estar en su hogar. Lo digo porque revisemos cómo era nuestra política inmigratoria de entonces, con aquello de la “mano de obra calificada” y cómo rechazábamos balseros de las islas caribeñas.
Pero volviendo al tema, hoy sabemos un poco más de estos ejemplares y su monitoreo es cada vez más exhaustivo debido a que su población se ha visto reducida (sólo queda las tres cuartas partes de lo que existía hace 30 años), y las nuevas generaciones lo recuerdan con el personaje de Amoroso en la película animada Happy Feet. Sin embargo aún nos falta mucho para entender el mundo que nos rodea, que ese inmigrante del Polo Sur pudo traernos una enseñanza y la desperdiciamos comportándonos de forma incorrecta. Policarpio fue embalsamado y está en custia del Museo de Arte Contemporáneo del Zulia, quienes eventualmente lo exhiben como una curiosidad regional más que como un llamado de atención a la especie humana.
Esto fue una mirada desde la boca de El Lobo Cobarde.
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