El Partido Popular lleva hoy una moción al pleno del Ayuntamiento de Logroño para que el Gobierno central defienda la tauromaquia como expresión cultural y seña de identidad y por su contribución a la economía.
En este caso, no sólo desperdicia el tiempo de trabajo municipal en un asunto que no es competencia del Ayuntamiento sino que lo hace cuando las cortes se han disuelto y, por tanto, con un marcado tono electoral.
Desde la escalada de Vox tras las elecciones andaluzas, el Partido Popular se está esforzando por no perder distintos fragmentos de electorado. En este caso, de quienes aún van a las corridas de toros.
Creemos que, solo desde la ignorancia de lo que significa llevar a un toro a la plaza, se puede defender la tauromaquia.
Hace un tiempo, un técnico de sonido hizo viral un texto que buscaba abrir los ojos ante lo que llegó a describir como una barbarie.
“Siempre he comentado”, decía, “que si en lugar de la mezcla de sonido de la banda de música, aplausos, bravos, olessss y demás... el sonido fuera el que capta el Sennheiser 816 (micrófono que capta a gran distancia y buena calidad) a pie de ruedo, donde se escucha perfectamente el sonido de la banderillas al entrar en la piel, los mugidos de dolor que da el animal a cada tortura a la que se somete... y además lo acompañáramos de primeros planos de las heridas que lleva, de los coágulos como la palma de una mano, de la sangre que le brota acompasada al latir del corazón o la mirada que pone en animal antes de que le den la estocada final,creo que el 90% apagaría el televisor al presenciar semejante carnicería a ritmo de pasodoble”.
La razón desmonta los argumentos que esgrime el Partido Popular:
- Las tradiciones que no aportan más que sometimiento y humillación a un ser vivo no deben preservarse. Las tradiciones buenas deben perdurar, las aberraciones no.
- Sin el toreo desaparecería el toro: Este argumento es el mismo que se utilizó cuando se dijo que los elefantes desaparecerían si se prohibía el negocio del marfil (ahora hay más elefantes que cuando se usaba marfil) o que sin la caza no habría perdices.
- En la última década, los festejos taurinos en plaza han descendido un 58%, pasando de 3.651 en 2007 a 1.553 en 2017.
- La evidencia de que sin subvenciones hay muchas dificultades para la programación de estos festejos está en Vitoria, A Coruña y Cáceres, ciudades en las que no hay ferias porque sus ayuntamientos fueron estrictos a la hora de redactar sus pliegos y ningún empresario quiso hacerse cargo de ellos o bien porque se retiró directamente la subvención municipal.
Pero, más allá de esto, nos indigna que se intente perpetuar un acto salvaje por el que un animal sufre (como cualquiera con sistema nervioso) en un acto bárbaro que deberíamos dejar atrás como civilización que avanza.
Tenemos reciente en la memoria la aprobación de las mociones relativas a la creación de una oficina de bienestar animal, la aprobación de la implantación del
método CES en las colonias felinas de nuestra ciudad, la aprobación de la expedición de carnets de alimentadoras cuidadoras de dichas colonias.
Su aprobación por la mayoría del pleno y el hecho de que sean, éstas sí, competencia municipal hacen que exijamos al PP que se centre en ejecutarlas y no
en defender algo que no le compete.
De lo contrario, estará insultando la mayoría democrática del resto de grupos y perpetuandose en una mayoría de facto que los ciudadanos le arrebataron.
El PP no quiere afrontar que los animales sienten y se merecen un respeto y una vida digna. Al menos que afronte las decisiones del pleno municipal.
Ustedes saben que la ética está de nuestro lado. No se olviden que el Papa San Pio V dictó en 1567 una bula en la que excomulgaba a los que organizaran o
participaran en festejos taurinos ya que no tenían nada que ver con la caridad cristiana. Y los tildaba de “cruentos y vergonzosos, propio no de hombres sino de
demonios” .
Y si hablamos del Papa Francisco en su Encíclica Laudato, en el punto 92 dice que “la indiferencia o crueldad ante las otras criaturas de este mundo siempre acaban trasladándose al trato que damos a otros seres humanos”.
Podríamos dar una lista interminable de personas célebres que manifestaron su parecer en contra de este tipo de espectáculos.
La razón está del más débil y del que no se puede defender. El toro que no quiere ir a la plaza y no quiere que le torturen hasta rematarle en el suelo.
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