Los venezolanos, en su mayoría bautizados o criados bajo costumbres cristianas se horrorizaban ante rituales religiosos a los que no están acostumbrados, desde el uso del hijab hasta las ceremonias públicas. Pero hoy, esto ha ido cambiando y poco a poco se ha ido aceptando costumbres de coexistencia.
Sin embargo, hay ciertas prácticas a las que somos (y me incluyo) renuentes a aceptar, como los sacrificios de animales. Pero no sólo soy renuente a los que aplica un grupo cada vez más reciente sino a las de todas las creencias.
La práctica del sacrificio y la ofrenda ha estado presente en diversas culturas y religiones, entre ellas el judaísmo, el cristianismo y el Islam, y en todas, su función ha sido similar: ganar o mantener una conexión con la divinidad mediante la renuncia a algo valioso, con la finalidad de obtener protección o implorar favor.
De hecho, el sacrificio humano fue común en algunas civilizaciones antiguas, como la egipcia, la china, la polinesia, la azteca y la africana, incluso la biblia y el corán hablan del sacrificio del único hijo que otorga el patriarca como si fuese un rito normal en sus tiempos y el sacrificio de los primogénitos egipcios en la décima plaga relatada en el éxodo.
En cuanto al sacrificio con animales registrado en innumerables creencias, como por ejemplo en el Génesis (Caín y Abel), las legislaciones cada vez tienen a ser más rigurosas al respecto. Pero se inhiben ante la libertad de culto, y en este sentido los defensores de los derechos animales han actuado mal, poco o nada para conciliar el bienestar de los animales.
Y se ha hecho mal simplemente, porque se hace con discriminación. Se ataca frontalmente a la comunidad Yoruba, mientras negamos que el cerdo que se come en la mesa navideña o el chigüire que se mata en semana santa, es en efecto un sacrificio ritual. Y si a eso le agregamos la manipulación Kosher para el ganado o el sacrificio del cordero musulmán, entenderíamos que no podemos escupir hacia el cielo.
¿Los Yorubas tienen derecho a hacer sus prácticas con animales? Pues desgraciadamente, sí (salvo en los municipios donde explícitamente se prohíben) pero bajo las mismas condiciones que tienen los cristianos, islámicos, judíos y demás religiones. Sin perturbar a la comunidad, sin dañar el ambiente, lejos de la presencia de menores de edad y en las circunscripciones o jurisdicciones donde se permita.
¿Son obligatorias estas prácticas para quienes quieran entrar en la religión? NO, definitivamente no. La objeción de conciencia consiste en el incumplimiento de una obligación de naturaleza legal o cultural, cuya realización produciría en el individuo una grave lesión en la propia conciencia. El objetor no pretende obstruir u obstaculizar la norma, sino obtener el legítimo respeto a su propia conciencia.
La objeción de conciencia, en cuanto dimensión externa de la libertad ideológica y de conciencia, es un pilar esencial en toda sociedad democrática. Y para quienes quieran ingresar a estas religiones sin matar o dañar animales, existe el sacrificio por sustitución, que es cuando otra víctima menos importante sustituye a otra más importante , que esta última, simbólicamente, se sacrifica a través de la víctima (Graulich). Se ha aplicado desde siempre en todas las creencias. Lo que se ha alterado es lo considerado menos importante. Por ejemplo, en el sacrificio humano se sustituía la vida por personas que no son de la nobleza, o por nacidas de partos múltiples, o por esclavas,o por penadas por la justicia, o por discapacitadas.
Para sustituir a los sacrificios humanos se recurrió a los animales, y éstos a su vez se fueron seleccionados de los sacrificables y no sacrificables según lo que el victimario considere importante o no. De allí tenemos que a mediados del segundo milenio de esta era fue considerado aceptable el sacrificio de caballos, perros y gatos, acto que actualmente es considerado ruin.
Para sustituir a los sacrificios animales se ha recurrido a alimentos vegetales presentados como banquetes, y en algunos casos, el desprendimiento abrupto de posesiones materiales de mucho valor es considerado un sacrificio ritual.
La libertad de pensamiento, culto y religión es el derecho que tenemos todas las personas a seguir la ideología que sintamos nos identifique más. Pero podemos usar esa creencia para que se nos permita cometer delitos estipulados en sus leyes.
Por Roger Pacheco Eslava
Director para Venezuela de AnimaNaturalis Internacional
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