Hola a todos, no es la primera vez que hablo sobre los perros de caza y, por el rumbo al que vamos, lastimosamente dudo que sea la última. Si por casualidad alguna vez al pensar en la caza escuchamos a ese pequeño niño dormido que vive dentro de nosotros, al que siempre mandamos callar y cuyo nombre es humanidad, estoy segura que lo que nos hará sentir es pena por los animales que son asesinados durante la caza, víctimas de nuestra crueldad. Si lo escucháramos aunque fuera no más de cinco minutos al día, en ese pequeño rato que tienes contigo mismo cuando te vas a dormir y repasas qué tal persona fuiste y pudiste ser hoy, tal vez algo dentro de nosotros se revolvería un poco, como un susurro que enterramos por cobardía a escuchar. Pero incluso si eso ocurre -que ya es difícil-, ni se nos pasaría por la cabeza el hecho de que no sólo los animales que son cazados son las víctimas, sino que también aquellos otros, etiquetados como asesinos, pueden sufrir incluso más.
Víctimas invisibles
Es por eso que hoy quiero hablar sobre esas víctimas invisibles, aquellas a las que tratamos como fantasmas, aquellas que no nos paramos a observar para evitar enfrentarnos a la realidad.
Es increíble que España, un país que presume de ser tan supuestamente desarrollado, sea uno de los únicos países que aun permiten las monterías. Estas son un tipo de caza en la cual se utilizan perros, especialmente galgos, para asesinar a los animales. Estos perros, después de dedicar al completo su corta vida a nosotros, a nuestra humana vida y a nuestros rastreros intereses (no hablo de más de dos o tres años), después de servirnos como esclavos -pues esa es la etiqueta que se les pone en contra de su voluntad al nacer- lo único que reciben es un horrible e injusto final. Un final en el que ven como la única persona a la que han regalado su eterna fidelidad, aquella persona que apenas lo ha alimentado con un poco de agua y alguna comida, la justa para que pueda cumplir “su trabajo”, lo abandona como si fuera la basura más insignificante que jamas haya existido. Y si eso ocurre, si son abandonados en la perdída cuneta de alguna carretera sin nombre, decimos que ha tenido muchísima suerte pues en otros más que bastantes casos son asesinados a sangre fría por aquel que se hacía llamar su “cuidador”.
Todos los años se encuentran perros ahorcados, envenenados, colgados de árboles, con señales de brutales apaleamientos y atropellados en carreteras. Y nadie habla de ellos, nadie tiene el valor suficiente como para recoger ese objeto tirado a la basura puesto que ya no sirve para nada, puesto que ya nadie lo necesita ni lo quiere.
Bueno, pues estos perros, que en la realidad son los que más sufren y los que más apoyo necesitan en estos momentos, han sido excluidos de la futura Ley de Protección para los Animales. Son miles de personas las que se han levantado en España contra esta exclusión y bajo el lema #MismosPerrosMismaLey numerosos artistas y famosos la están secundando. El maltrato siempre será maltrato, porque agredir, apalear y enterrar cachorros en cal viva, no puede permitirse solo porque no eres un perro de compañía. Porque en el código penal de nuestro país no se distingue el maltrato hacia las personas en función de qué profesión tengas, de qué color sea tu piel o a qué dediques tu tiempo libre: el maltrato es maltrato siempre, la agresión es agresión siempre y el dolor y la muerte se escriben siempre con las mismas letras.
¿Quién le teme a esta ley?
No hay ningún control sobre las condiciones en las que se tienen a los perros que, de hecho, en la grandísima mayoría de los casos son peores que nulas. Solo aquellos perros etiquetados como “mascotas” estarán protegidos por la ley y, ya que los perros de caza no son animales de compañía, quedan excluidos. Una encuesta realizada por Ipsos bajo encargo del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 nos dice que aproximadamente un 73% de los españoles está en contra de usar a estos perros para la caza, pero claro, como el gobierno y los cazadores responde con la excusa de que estos perros no son animales de compañía, pues no se hace nada. Por cierto, mira tú que ironía que justamente los cazadores, los que más perderían con la inclusión de los perros de caza en la ley de protección, son los que se oponen a esto. Y yo me pregunto... ¿a qué tienen miedo? ¿Será cierto aquello de “el ladrón piensa que son todos de su condición?” ¿Por qué se resisten a incluir a los perros de caza en una Ley que lo único que hará es vigilar su bienestar, vigilar que estén cuidados y atendidos, vigilar que no haya maltrato, que no se abandonen o que no se asesinen?... vuelvo a repetir: si no hay nada que ocultar... ¿a qué tienen miedo? Claro, ¿por qué no le preguntamos ahora a los violadores si están de acuerdo con una ley que proteja a las mujeres? ¿O a los ladrones si están de acuerdo con una ley que los mande a la cárcel por robar? No creo que les parezca muy bien, la verdad.
¿Estamos diciendo entonces que el simple hecho de que un perro desgraciadamente nazca teniendo que servir a humanos sin corazón, el simple hecho de que nazca siendo un perro de caza, lo libra de la ley? No se a vosotros, pero a mí me parece exactamente lo mismo que decir que el hecho de que un niño nazca con piel oscura en lugar de blanca lo hace inferior y, por lo tanto, no pueden aplicarse las misma leyes y derechos en él. ¿Por qué esto en el año en que vivimos nos parece una brutalidad pero no lo es si se trata de perros? Bueno, pues por el simple hecho de que no son humanos, no son como nosotros, no merecen lo mismo.
Según Patxi López, portavoz socialista en el Congreso: “La Ley de Bienestar Animal sería en todo caso para los animales domésticos que viven en el domicilio familiar. El resto tendrían una normativa en la línea de lo que es la regularización europea”. Cada año se abandonan un total de aproximadamente 285.000 animales. Estos solo los recogidos por las protectoras de animales, a saber cuántos otros son abandonados y olvidados para siempre en la penumbra de la sociedad. De estos animales entre 50.000 y 80.000 son galgos y mira tú qué curioso que el abandono de estos animales coincide con el fin de la temporada de caza.
Pero estos datos no importan ya que no son animales domésticos, son perros de caza y, como todos sabemos, los perros de caza no son seres vivos sino que son robots sin sentimientos a los que podemos maltratar y explotar sin ninguna consecuencia. Porque es así como funciona el ser humano, funcionamos a base de consecuencias. No es que nos parezca mal lo que estamos haciendo y por lo tanto vamos a dejar de hacerlo... qué va, es que nos da miedo, pánico, las consecuencias que pueda tener en nuestras vidas y por eso dejamos de hacerlo. Sin embargo, no se están aplicando las consecuencias necesarias para que dejemos de actuar como criaturas “inanimales” (pues la palabra “inhumano” me parece ya demasiada ofensa hacia el resto de los animales) siendo capaces de lo que somos.
La Federación Española de Caza es la tercera federación con más licencias en España, con 334.635 en 2020, solo después del fútbol y del baloncesto. No debería sorprender entonces que el gobierno esté tan empeñado en no incluir a los perros de caza en esta ley, ya que cuando entra en juego el más mínimo céntimo todos se pondrán a la defensiva. Hago yo ahora una pregunta, ¿De verdad vamos a darle más importancia al dinero que a la vida? Porque es eso justamente lo que estamos haciendo.
La exclusión de estos perros ha sido apoyada por varios presidentes de comunidades autónomas de España. Por ejemplo, Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha comunicó que “Debe de haber alguien que le tiene manía a la caza y la ha colado en una ley de bienestar animal. Todos compartimos que se cuide bien a los perros, a los gatos, nadie está en contra de la salud animal. Pero una cosa son los animales domésticos y otra cosa muy diferente colar otro tipo de realidades”. Sinceramente, no tengo palabras para replicar a este tipo de argumentos tan absurdos. Pero eso no es todo, sino que también Javier Lambán, presidente de Aragón, a comentado: “Los perros pastores y de caza quedarán excluidos de la ley, lo que es una excelente noticia que denota sensibilidad por el medio rural y sus actividades”. Por supuesto, sensibilidad absoluta por el medio rural y sus actividades que, por lo que este señor argumenta, parece que se limitan a lo que le conviene a los seres humanos. Se está teniendo una grandísima sensibilidad con el medio ambiente, clasificando animales por los beneficios que nos dan y creando sus derechos en base a nosotros mismos... no veo manera en la que pudiéramos involucrarnos más en la salud de nuestro planeta la verdad... ¿Soy la única que cree que nos estamos creyendo un poquito, demasiado, que nos merecemos el puesto de “dioses”?
No somos nadie para decidir quién vive y quién muere
Porque lo cierto es que no lo somos. Lo cierto es que somos una pelusa microscópica de polvo en el universo que se cree dueña del mundo y con derecho para hacer lo que le dé la gana con el resto de seres vivos que habitan en él. No somos nadie para decidir quién vive y quién muere, a quién se protege y a quién se maltrata. Solo somos una especie más de esos millones y millones que existen en el planeta y, de hecho, somos la que menos sabe convivir con el resto. Es por eso que no es decisión nuestra a qué perros protegemos y a cuales no, es nuestra obligación como animales, como especie que se hace llamar “superior” y “más desarrollada”, aunque no tengamos ni la más remota idea de lo que esto significa. Es nuestro deber dejar de apartar la mirada cuando hablamos de esas víctimas invisibles que ya nadie recuerda, porque nosotros y solo nosotros somos los responsable de que ya no estén.
Es nuestro deber hacer lo que sea necesario, como si tenemos que lanzar un cubo de pintura para ver si por lo menos así conseguimos al menos perfilar una imagen, ante los ojos humanos, de esas víctimas fantasmas.
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