Cuando el premio nobel de literatura Isaac Bashevis Singer se mudó a New York, huyendo de la Alemania nazi y los campos de concentración donde muchos otros judíos eran conducidos. Se instaló en un pequeño apartamento en los barrios obreros de la ciudad. Un ruido y gritos le llamaron la atención y se asomó por la ventana. Había un matadero cruzando la calle y la imagen que vio la dejó retratada para siempre en su reflexión: "En relación con los animales, toda la gente es nazi; para los animales, esto es un eterno Treblinka". Y prosiguió: "Cuando un humano mata a un animal, está descuidando su propia hambre de justicia. El hombre reza por la misericordia, pero no está dispuesto a extenderla a otros. ¿Por qué entonces el hombre debe esperar la misericordia de Dios? Es injusto esperar algo que usted no está dispuesto a dar. Es incoherente. Nunca podré aceptar la incoherencia o la injusticia. Incluso si se trata de Dios".
Al describir el mayor de los maltratos y abusos, decimos sin pensarlo dos veces: "los tratan como animales". Como si no nos hicieramos cargo de la profunda verdad que esa frase contiene. A los animales los tratamos cada día con la mayor crueldad que puede imaginar la mente más perversa. Todos los días, continuamente, por millones. Pero todo ese dolor es invisible, por mucho que suceda ahora mismo y ha sido así durante años. Vemos por televisión ahora cómo una nación aprovecha la provocación desafortunada de un grupo terrorista para justificar una de las mayores atrocidades que los humanos somos capaces de realizar: tratar a otros como si fueran animales.
El desprecio, la ira, la venganza, la sed de ver sufrir y desaparecer al otro. Esas son emociones tan primarias, tan presentes en todos nosotros... que cuando se tiene el poder de borrar de la existencia a otros seres, el verdadero poder debiera ser la contención. Israel dice ser la nación de la fe judía, como la que profesaba Isaac Bashevis Singer, pero no parece guiarse por sus propias escrituras... sino por una profunda disciminación racial.
Los animalistas defendemos que todo tipo de argumentación para separar a quienes son dignos de justicia y los que no, son sólo justificaciones para la crueldad y la violencia. La pregunta no es en qué dios cree, quiénes fueron tus padres, a quién amas, eres capaz de pensar o si tienes patas, escamas o alas. La pregunta siempre será, ¿eres capaz de sufrir? Eres capaz de sufrir. Es la única cuestión que debiera estar en nuestras mentes a la hora de tomar una decisión que afecta a los demás.
Hamás trató a los colonos de los kibutz como animales. Israel trata a la población de Gaza como animales. Y el resto del planeta observa y se pregunta en la intimidad... ¿de lado de quién estoy en estos dos bandos? Era más fácil con Rusia y Ucrania, imagino. Hemos visto muchas películas de rusos malvados y Putin pone fácil convertirlo en un mosntruo casi cinematográfico. Sin embargo, frente a un acto tan degradante como los que estamos presenciando sólo podemos reflexionar en algo más profundo, que es por qué tendemos a identificarnos más por lo que nos hace diferentes en lugar de poner énfasis en lo que nos convierte en similares. La capacidad de sufrir nos hermana a todos y todas, animales y personas, israelíes y palestinos, rusos y ucranianos... y un largo excétera de tensiones bélicas que hoy mismo vivimos en nuestro planeta.
Este texto no es para defender los derechos históricos sobre Palestina ni para animar a las naciones poderosas para que intervengan por razones humanitarias, aunque debieran. Este texto es para condenar enérgicamente cualquier acto de violencia y crueldad. Es condenar la facilidad con que señalamos esta atrocidad diciendo que los matan como si fueran perros, como si fueran animales.
Es verdad que tú y yo poco podemos hacer para salvar la vida de quienes en este momento están siendo asesinados en esas latitudes. Sin embargo, cada día, con decisiones sencillas y ordinarias, podemos salvar a muchos otros que viven su eterno Treblinka.
(Escrito el día después del primer bombardeo de israel sobre población civil gazatí).
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