Era un 27 de junio del año 2010. Unas setenta personas se congregaban en la plaza Sant Jaume de Barcelona, convocadas por AnimaNaturalis, para pedir al Ayuntamiento que dejara de realizar la matanza de mas de 65.000 palomas.
Los manifestantes, vestidos de negro en señal de luto, llevaban en su pecho fotos de palomas y sujetaban globos blancos. Después de varios minutos concentrados en la plaza, soltaron los globos realizando una metáfora en la que simbolizaba a palomas que lograban huir volando.
La directora nacional de AnimaNaturalis, Aïda Gascón, aseguraba a los medios de comunicación que el consistorio barcelonés, como tantos otros en España, estaba promoviendo un exterminio cruel en el que las palomas eran capturadas con redes, y luego morían asfixiadas, heridas durante el trasporte, y las que sobrevivían eran gaseadas. AnimaNaturalis, como muchas otras organizaciones de protección animal, instó durante años al Ayuntamiento barcelonés a utilizar otros métodos más éticos para controlar y reducir la población de palomas, como los palomares ecológicos y el pienso rociado con anticonceptivo. Con la llegada al gobierno de Barcelona en Comú, con Ada Colau al frente, se creó el Grup de Treball Aus Urbanes dentro del Consell de Protecció dels Animals de l' Ajuntament de Barcelona, en el que participamos varias entidades animalistas de la ciudad, como Corazón de Paloma, ADDA, Fundació Altarriba, FAADA, Libera!, Assoc. Amics i Voluntaris del CAAC, Fedan, Progat, COVB, FFW y AnimaNaturalis.
Hoy, podemos celebrar que tras las presiones del movimiento animalista de la ciudad, el tratamiento anticonceptivo implantado en 2017 por el Ayuntamiento de Barcelona para controlar la población de palomas ha logrado reducir en más del 50% la cantidad de estas aves en las zonas donde se ha administrado el pienso esterilizante.
Hace tres años el Ayuntamiento contrató a la empresa Zooethic para que colocara 51 dispensadores automáticos cargados con maíz impregnado de nicarbazina. Según la directora de los servicios de derechos de los animales del Ayuntamiento de Barcelona, Carme Maté, en 2017 se valoró que había entre 88.000 y 117.000 palomas en la ciudad. “En Barcelona debe haber entre 1.300 y 1.700 palomas por kilómetro cuadrado, cuando el objetivo debería ser entre 300 y 400”, destaca en una entrevista a El País. Después de tres años de tratamiento – cada año ha costado al Consistorio 130.000 euros- los resultados muestran una reducción de palomas en las zonas tratadas.
¿Porqué hay que controlar la población de palomas?
Desde AnimaNaturalis no estamos de acuerdo en que se considere a las poblaciones de palomas como plaga, dado que no está demostrado que nos puedan hacer ningún daño ni al ser humano ni a otros animales, sino en todo caso ocasionar molestias. Además, igual que ocurre con las cotorras argentinas en muchas ciudades, su existencia en las ciudades se debe únicamente al capricho del ser humano. Pero según los ayuntamientos de las grandes ciudades, las palomas ocasionan cuantiosos daños en edificios y mobiliario urbano y causan alergias y enfermedades, además de tener que lidiar con las quejas de los vecinos. Por eso, el control poblacional de palomas es un tema que debe ser abordado, pero siempre desde el máximo respeto a los individuos y a la especie.
Teniendo en cuenta que según un amplio estudio realizado por la UB en 1998: “matando palomas en la ciudad sólo se consigue que vengan otras de fuera a reemplazarlas” y que “el número de palomas vuelve a ser el mismo tres días después de las captura", los métodos cruentos que han estado usando los ayuntamientos hasta ahora son, como mínimo, una trágica forma de acabar con el problema y una excelente medida para malgastar el dinero de nuestros impuestos.
¿En qué consiste este método ético?
Barcelona no es pionera en este innovador sistema, sino que ya en 2014 Cardona y Molins de Rei consiguieron, en aproximadamente un año, un resultado espectacular reduciendo la población a niveles estables con este mismo método.
Se trata de un fármaco formulado a base de granos de maíz recubiertos de un compuesto llamado nicarbazina y que inhibe la capacidad reproductora de las palomas, sin afectar a otras especies. Los sistemas de captura hasta la fecha sólo reducen el problema transitoriamente, en cambio, con el control de la natalidad se reduce la población de forma progresiva y permanente, y sobretodo, sin dolor ni muerte de animales. Unos dispensadores automáticos son los que distribuyen el producto. De esta manera, la máquina contiene un depósito donde caben entre 50 y 60 kilos de pienso. Además, se puede programar la hora en que se desea que se dispense el producto, así como también la dosis requerida. Las máquinas se colocan en los espacios de mayor concentración de las palomas, sobre todo en terrazas, pero también en plazas o iglesias.
Durante los primeros años, los costes del pienso esterilizado serían similares a los de implantar un sistema de captura pero la ventaja es que con los años cada vez se distribuirá menos fármaco, ya que la población de palomas será inferior y, en cambio, con el sistema de captura los costos no se reducen, sino que son estables cada año.
Los expertos aseguran que el fármaco es totalmente seguro, tanto para la salud de las palomas, así como por la de otros animales, personas o el medio ambiente. "En el caso de que un ave rapaz se comiera una paloma que ha ingerido el fármaco esterilizante no pasaría nada, ya que tan sólo ingeriría 0,03 miligramos por cada 100 gramos de tejido de paloma consumido, una cantidad demasiado baja para tener cualquier efecto ", explicaba a los medios el biólogo de Zooetic, Josep Costa. Además, el pienso lleva un recubrimiento de silicona para que, en caso de que se moje, la nicarbazina no llegue el medio ambiente.
En cuanto a un posible riesgo para las personas, Costa asegura que no hay ninguno. Según él, los tests realizados demuestran que para ser tóxico, habría que ingerir más de 750 kilogramos al día de Ovistop. En los animales domésticos, para llegar a ser tóxico serían más de 30 kilos al día por un gato y 150 kilos diarios por un perro. Referente a otros tipos de aves que habitan las ciudades, Costa ha explicado que en su mayoría son los pájaros y que, por el tamaño de los granos de maíz, no les podrían ingerir, ya que son demasiado grandes para ellos. Además, los efectos del fármaco son reversibles y cuando las palomas lo dejan de ingerir recuperan su fertilidad.
Desde AnimaNaturalis reclamamos urgentemente un cambio en la política de control de la población de palomas para una gestión ÉTICA y EFICAZ de su población en todas las ciudades de España que están optando por la captura y sacrificio de millones de palomas cada año.
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