Sobre las 23:30 hrs. del sábado, daba comienzo el concurso de emboladores de Morella en un ruedo plagado de niños pequeños. Desde los primeros minutos, las activistas que iban a grabar el evento fueron señaladas por el animador, quien a través de la megafonía indicó cómo iban vestidas y comenzó el acoso contra ellas por el uso de las cámaras.
“Hemos estado presentes durante años para ser testigos de estas tradiciones crueles en los pueblos y tener evidencias del maltrato y sufrimiento de los animales. Sin embargo, nunca nos podremos acostumbrar al acoso y agresión con que se nos amenaza en algunos de estos espectáculos”, explica Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España.
La situación más tensa del evento se produjo después de embolarse el segundo animal. La cuerda con la que se le rodean las astas no se cortó correctamente, y el toro empezó a correr despavorido con ella aún enganchada. Una vez se libró del embolador que iba agarrado a su cola, el toro salió disparado hasta golpearse fuertemente en la cabeza con un cajón de madera que se encontraba en la plaza.
“No son casos aislados. Los golpes, accidentes, desplomes, estrés y agotamiento son quizá lo más común para los animales que son obligados a participar en estos eventos”, dice Gascón. “Y lo que tampoco es inusual es la coordinación de aficionados y organizadores para evitar que podamos documentar y sacar a la luz la realidad de los festejos populares con toros”, agrega.
El toro cayó desplomado y notablemente aturdido. Inmediatamente, varios aficionados corrieron hasta nuestro equipo al grito de “¡baja la cámara!”. Un grupo de hombres se colocó delante, llegando incluso a agarrar las cámaras amenazantes. Entre mofas y comentarios machistas, el grupo justificó su actitud reconociendo que la escena “no era agradable” y manifestando que no querían que quedase constancia de “lo más ruin” de la fiesta, en palabras de un taurino.
Pasaron varios minutos hasta que la organización logró arrastrar al animal hasta los toriles. Este seguía tambaleándose y cayendo una vez tras otra en la plaza, aunque fue imposible obtener imágenes del momento. Nuestro equipo de investigación temió por su integridad física y vivió momentos de extrema tensión. Incluso habiéndose retirado este grupo de aficionados, continuaron recibiendo patadas por la espalda y comentarios de burla por megafonía. En cuanto al estado de salud del animal, en ningún momento se informó al público de que se encontraba bien ni se lamentó el dramático incidente.
La escena volvió a repetirse minutos después de la tercera embolada, cuando otro toro embistió contra una enorme maraña de cuerda que los participantes habían abandonado en la arena. El astado quedó con la cabeza enredada en un pesado rollo de soga, con el riesgo de incendiarse. Rápidamente, los mismos hombres y algunos aficionados más comenzaron a tapar las cámaras e increpar a las dos activistas.
Desde AnimaNaturalis y CAS denunciamos la censura y la situación de violencia vivida el sábado en Morella por nuestras las fotógrafas, que se encontraban pacíficamente en la plaza documentando el evento. Este intento de restringir el derecho a la información demuestra la preocupación del sector taurino porque se hagan públicas imágenes de la cruel realidad de sus fiestas.