El gobierno de la Junta de Castilla y León (PP) aprobó el 19 de mayo un decreto-ley que regula que “se prohíbe la muerte de las reses de lidia en presencia del público de los espectáculos taurinos populares y tradicionales en Castilla y León”, que incluiría la muerte del Toro de la Vega, junto a decenas de otros festejos menos conocidos. Si un ayuntamiento desea mantener sus torneos, deberá adaptar su reglamento a este decreto-ley, que entrará en vigor hoy, 20 de mayo de 2016.
De este modo, la muerte pública del Toro de la Vega queda prohibida. Tras reunirse la Junta con varios sectores del mundo del toro y con el alcalde de Tordesillas durante meses, han llegado a la conclusión de que la medida más sensata que podrían tomar no era ni dejar intacta la tradición ni prohibirla, sino adaptarla a “la cultura y a la sensibilidad de la sociedad del siglo XXI”, según expresa el consejero de presidencia de la Junta, José Antonio de Santiago-Juárez. Este decreto irá a las Cortes para convalidarse antes de un mes, es decir, antes de las elecciones. Ahora msmo está en manos del Ayuntamiento de Tordesillas (PSOE) modificar el reglamento que norma el Toro de la Vega o simplemente anunciar el fin de esa tradición.
Hasta aquí son los hechos, y todo lo demás es especulación. La prensa ha dado sus versiones, así como muchas voces en redes sociales. La barbarie de Tordesillas podría prohibirse, convertirse en un mero encierro de jinetes o hacer adaptaciones cosméticas para continuar virtualmente igual.
A partir de hoy, el desenlace del festejo está en manos del Ayuntamiento de Tordesillas. El alcalde, José Antonio González Poncela “ya ha hablado con expertos para que le digan cómo se puede culminar el torneo sin dar muerte al toro”, según el consejero de la presidencia. La simple prohibición de la matanza del animal en público aún deja muchas puertas abiertas a un fin de agonía y dolor para el animal. Las desiciones están exclusivamente en manos del PSOE ahora mismo, y esperamos que sean capaces de escuchar el clamor de la sociedad entera, y no sólo los intereses de las peñas taurinas involucradas.
El presidente del Patronato del Toro de la Vega, Ramón Muelas, ha expresado que este decreto-ley generará un conflicto, y que los aficionados lucharán por conservar la tradición intacta. Este tipo de amenazas de tono beligerante son muy comunes entre las organizaciones taurinas, y lamentablemente logran doblegar en poblaciones pequeñas las voluntades de los políticos más progresistas.
Desde AnimaNaturalis esperamos que las autoridades se pongan a la altura de los tiempos, y en un acto de valor, coherencia y conciencia, borren este festejo del acervo cultural español. Sin embargo, sabemos cómo se conduce la política, así que tememos que el alcalde González Poncela actuará con la tibieza y temor con la que los políticos socialistas nos tienen acostumbrados.
Sin embargo, al no existir muerte, el festejo dejará de tener su carácter de torneo y pasará a ser un encierro más de los centenares que se celebran en el país. De esta manera, perdería sus privilegios de espectáculo singular y de interés turístico nacional, entre otros títulos que obstenta de las administraciones. Lejos de ser el ideal que desearíamos, es un paso que debe celebrarse con entusiasmo... pero celebrarse con cautela.
Recordemos que la muerte del toro en Tordesillas ya fue prohibida en 1966, bajo la dictadura de Franco, como resultado de una larga campaña de animalistas y personalidades por más de una década. El torneo sólo mantuvo su primera parte, que es el encierro de jinetes, pero se eliminaron las lanzas y la muerte. Esta prohibición fue revertida en 1970, por presión de políticos y aficionados. Fueron sólo cuatro años sin muerte. Esperamos que esa parte de la historia no se repita.
Desde AnimaNaturalis deseamos que ningún animal sufra vejación alguna ni que su muerte sea considerada espectáculo ni fiesta. Al contrario de las declaraciones del consejero de la Junta, defendemos que las tradiciones que implican maltrato hacia los demás animales no deberían tener lugar en una sociedad contemporánea. Por mucho que el animal no muera como espectáculo ante las miradas abotagadas de los aficionados, ningún ser sintiente debiera ser utilizado para diversión y goce de nadie. Por estas razones, seguiremos trabajando para abolir por completo los encierros, torneos, festejos populares, vaquillas, rejoneos, correbous, toros de fuego, ensogados, capeas... esa larga lista que nos debiera avergonzar como sociedad del siglo XXI, donde decenas de miles de animales pierden la vida cada año.
Estamos viviendo los últimos días del Toro de la Vega. Aunque somos concientes que aún hay camino que recorrer, la dirección que están tomando los cambios en todo el territorio español es muy difícil que cambie. Avanzamos hacia la abolición de la tauromaquia en todas sus formas. Los pasos pueden ser más cautos o de mayor firmeza, pero ya es imposible volver atrás.
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