Efectos del covid para los animales: Ganadería, estigmatización y testeo en animales

Durante esta pandemia, la comunidad vegana y animalista ha declarado constantemente que el consumo de carne no solo es una privación de los derechos de los animales, sino también una cuestión que afecta a la salud pública a nivel mundial.

17 mayo 2020
Barcelona, España.

Durante esta pandemia, la comunidad vegana y animalista ha declarado constantemente que el consumo de carne no solo es una privación de los derechos de los animales, sino también una cuestión que afecta a la salud pública a nivel mundial.

Anteriores enfermedades zoonóticas como el ébola, el VIH, la gripe aviar, la de las “vacas locas”, la gripe porcina, o los virus de la familia coronavirus SARS y MERS, han sido muestras anteriores al COVID-19 de que los humanos deberíamos dejar a los animales tranquilos, ya sea por convicciones morales como por propio egoísmo.

Durante los primeros días y semanas de la pandemia, la gran demanda de comida, en concreto carne, a causa de la sensación de pánico generalizado, las empresas ganaderas debieron incrementar su producción para satisfacer esa demanda, un efecto colateral funesto para los animales.

La falta de personas en las calles a causa del confinamiento aportaron una tregua a todo tipo de animales, que pudieron retomar aquello que era suyo sin miedo. Y esto se trasladó también al estado del medio ambiente, con menos contaminación por plásticos o polución, hasta que las salidas con material de protección (guantes y mascarillas) fueron posibles y este material acabó en el mar u otras zonas.

Animales encerrados en zoos, perreras o animales salvajes como las aves urbanas no pudieron ser atendidos adecuadamente y el pánico y la  ignorancia ciudadanas no solo estigmatizaron a muchos animales, como el murciélago, sino también causaron un aumento significativo de los abandonos de animales domésticos o incluso se dieron casos de sacrificios de estos.

Sin embargo, otra de las consecuencias más graves y a las que al parecer, no pueden o no nos quieren dar solución, es el testeo con animales en la carrera por producir la vacuna contra el virus.

Miles de monos fueron infectados con el virus para después testear con ellos posibles vacunas, así como ratas. Las noticias hablan de modelos animales, de que “no se ha testado en personas” pero no se les da importancia a esas vidas, mártires por algo que no solo no sufren, si no de lo que no tienen culpa alguna.

Muchas universidades o centros de investigación presentan monumentos o placas  conmemorativas a estos seres, con una hipocresía que suele acallar muchas conciencias, por el hecho de que estos sacrificios se hacen en pro de la ciencia. ¿No sería más conmemoración perdonarles la vida, una vida sobre la que no tenemos derecho alguno?

Personalmente evito cualquier remedio natural o producto que derive de un animal, como la miel o la leche, por ejemplo, y así mismo no fui apta para el estudio de la veterinaria en mi universidad cercana al ponerme en contacto con el decanato y confirmarme la necesidad de la práctica en mataderos e investigación.

Pero, si expongo que no quisiera vacunarme contra este virus a causa de su forma de testeo, no solo no se me ofrece ninguna solución u alternativa, sino que se pone en duda aún más nuestros valores y se utiliza la muletilla de “porque tú no lo hagas no lo dejarán de hacer” y que “esto es una cuestión de supervivencia”.

No tenemos información transparente de la mayoría de los productos ni ingredientes de los fármacos que utilizamos diariamente, sin embargo, su testeo después de realizarse en animales, se produce en personas, que en muchos países, se ofrecen voluntariamente a cambio de una retribución. ¿Por qué no es posible optar por esta vía o, tras la evolución de la ingeniería genética y la producción de tejidos con células madre, evitar la utilización y objetivación de miles de animales que nacen, viven y mueren para nuestro provecho?

 

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