El Ayuntamiento de Zaragoza ha aprobado recientemente la reintroducción de los festejos taurinos en las calles, eliminando el veto impuesto en 2016 por Zaragoza en Común (ZEC), que impedía la celebración de estos eventos debido al maltrato animal que implicaban. Esta decisión ha reavivado el debate entre defensores de las tradiciones taurinas y quienes luchan por la protección de los derechos animales. Entre los eventos autorizados se incluyen las vaquillas, el toro de soga y el toro embolado de fuego, todos ellos muy arraigados en algunas zonas rurales de la región.
El Gobierno de Zaragoza, liderado por el Partido Popular (PP), justifica la medida apelando al arraigo cultural y la tradición taurina en la capital aragonesa y sus barrios rurales. En palabras del consejero de Participación y Régimen Interior, Alfonso Mendoza, “no se entendía que en los pueblos cercanos a Zaragoza se pudieran celebrar estos actos y que en la capital no”. Sin embargo, desde el punto de vista del bienestar animal, estas prácticas son altamente cuestionables.
A nivel científico, se ha demostrado que los toros sufren estrés y daño físico durante estos festejos. Según estudios veterinarios, eventos como el toro embolado, en el que se coloca fuego en los cuernos del animal, generan un estado de pánico extremo que puede causar graves daños a su salud mental y física. Los animales sometidos a situaciones de miedo extremo, como las que experimentan durante estos eventos, presentan altos niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que indica un sufrimiento considerable.
Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España, expresó su preocupación sobre la reactivación de estos festejos: “La decisión del Ayuntamiento de Zaragoza es un retroceso en las políticas de protección animal. Es inaceptable que se utilicen animales en espectáculos donde son sometidos a sufrimiento por el mero entretenimiento humano”. Gascón también subrayó que, aunque se intente argumentar que se siguen normativas de bienestar animal, “no existe un maltrato ético, todo maltrato conlleva dolor y miedo para el animal”.
El Reglamento de Festejos Taurinos Populares del Gobierno de Aragón, actualizado en 2023, establece que se deben garantizar tanto la integridad de los festejos como el bienestar de los animales. Sin embargo, la naturaleza misma de estos eventos contradice dicho principio. Aunque se promueve una mayor inspección veterinaria, no es posible salvaguardar completamente la integridad de los animales en situaciones que, por definición, los exponen a estrés y peligros innecesarios.
Tradiciones cada vez menos apoyadas por la sociedad
En términos económicos, la tauromaquia tiene un impacto cada vez menor en la sociedad. Un estudio realizado por la consultora Focus en 2020 señaló que solo el 8% de los españoles asiste a eventos taurinos, y la tendencia es a la baja. Además, las nuevas generaciones muestran un creciente rechazo hacia estos espectáculos, lo que indica un cambio cultural. Sin embargo, el lobby taurino sigue ejerciendo presión sobre las administraciones locales para mantener estas tradiciones.
Desde ZEC, se critica duramente esta decisión. Elena Tomás, portavoz del grupo, ha declarado que esta medida “no solo representa un retroceso en las políticas de bienestar animal, sino que también divide a la ciudadanía y no favorece el diálogo”. El grupo municipal subraya que, durante los años en que estuvo en vigor el veto a estos festejos, Zaragoza avanzó hacia una mayor concienciación y respeto por los animales.
Este cambio de rumbo por parte del Ayuntamiento es interpretado por algunos sectores como un gesto político hacia Vox, un partido que defiende abiertamente la tauromaquia como parte del patrimonio cultural español. En el acuerdo de presupuestos de 2024, Vox incluyó una partida específica para la promoción de la tauromaquia, evidenciando su apoyo a este tipo de espectáculos.
En manos de la conciencia de los barrios
Durante más de ocho años, estos festejos quedaron prohibidos en todos los barrios de Zaragoza y sus pedanías. Sin embargo, en algunos municipios como San Juan de Mozarrifar, los vecinos lograron sortear la prohibición mediante la instalación de un ruedo portátil en terreno privado, lo que les permitió mantener sus celebraciones sin infringir la normativa vigente. Este tipo de soluciones evidencian el arraigo de estas costumbres, pero también ponen de manifiesto la división existente en torno a la tauromaquia.
El reciente anuncio del Ayuntamiento de Zaragoza de permitir nuevamente estos festejos ha sido bien recibido en barrios como Monzalbarba y Casetas, donde los alcaldes ya han comenzado los preparativos para incluirlos en las próximas festividades. La vuelta de eventos como el toro de soga o el embolado de fuego refuerza el argumento de quienes consideran que estas actividades forman parte del patrimonio cultural de la región.
El futuro de los festejos taurinos en Zaragoza dependerá, en última instancia, de la voluntad de los barrios rurales, ya que muchos de estos eventos requieren permisos específicos y un respaldo local que no siempre es unánime. Aún así, para Gascón, “la tradición nunca debe ser excusa para justificar el sufrimiento de los animales. Es fundamental que sigamos avanzando hacia una sociedad más empática y respetuosa”.
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