La reciente sesión plenaria del Ayuntamiento de Dénia, donde se discutió la moción del Partido Popular (PP) para "revitalizar" los bous a la mar, ha vuelto a encender el debate entre los defensores de los festejos taurinos y quienes abogan por la protección animal. Mientras el PP insiste en que estas actividades forman parte del legado cultural de la ciudad, voces críticas señalan que mantener tradiciones no puede ser excusa para perpetuar la violencia hacia los animales.
El gobierno local, compuesto por el PSPV y Compromís, ha destacado la necesidad de "adaptar" los festejos a la realidad actual, señalando que los tiempos han cambiado y las sensibilidades sociales hacia los animales han evolucionado. “La realidad actual no es la de hace 30 años”, explicó el concejal de Fiestas, Raúl García de la Reina, haciendo referencia a la declaración de los bous a la mar como Fiesta de Interés Turístico Nacional en 1993.
Sin embargo, las voces antitaurinas no se hicieron esperar. A medida que los regidores debatían en el pleno, los gritos de los manifestantes que protestaban en la plaza resonaban dentro de la sala, recordando que para muchos, lo que algunos ven como tradición, otros lo perciben como tortura.
El sufrimiento animal como el verdadero protagonista
Los bous a la mar, que consisten en obligar a los toros a correr hacia el mar, son presentados como una actividad turística pintoresca. Pero detrás de la aparente diversión, se esconde el sufrimiento animal. Los toros son forzados a correr y saltar al agua, lo que provoca un intenso estrés en ellos, que no comprenden por qué son acosados ni el destino que les espera. A pesar de que algunos defienden que los animales no sufren daño físico directo, el impacto psicológico y el agotamiento que experimentan durante el evento son innegables.
Diversos estudios científicos han demostrado que los animales experimentan miedo y estrés en situaciones de persecución. Un informe del Colegio de Veterinarios de España señala que los toros sometidos a este tipo de prácticas muestran altos niveles de cortisol, una hormona relacionada con el estrés extremo. Además, el forzarlos a entrar en el agua sin que estén adaptados a este tipo de entorno representa un riesgo adicional para su bienestar.
Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España, lo expresa claramente: "Los bous a la mar no son más que una muestra de la banalización del sufrimiento animal en nombre del entretenimiento. No podemos seguir justificando este tipo de espectáculos solo porque están arraigados en la cultura de algunas localidades. Tradición no es sinónimo de moralidad".
La votación final en el pleno de Dénia rechazó la moción del PP, dejando en claro que, por el momento, no hay intenciones de promover, revitalizar ni tampoco eliminar los bous a la mar. Sin embargo, la reducción de sesiones en las festividades de este año y la creciente presión social por parte de organizaciones animalistas y ciudadanos comprometidos con la protección de los derechos de los animales, indican que el debate está lejos de resolverse.
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