La idea de criar pulpos en cautividad para satisfacer la creciente demanda de este animal en los mercados internacionales ha sido, desde un principio, objeto de críticas tanto desde el punto de vista científico como ético. Nueva Pescanova, promotora del proyecto, prometió que la producción industrial de pulpos en Las Palmas arrancaría en 2023, pero la realidad ha demostrado lo contrario. A día de hoy, el proyecto no ha despegado debido a la incapacidad de los científicos para garantizar la supervivencia de los pulpos en cautiverio.
“Los pulpos en cautividad mueren al poco de nacer. No hay negocio ni forma de sostener una producción industrial bajo estas condiciones”, indicaron fuentes cercanas a la empresa, lo que pone en duda la viabilidad económica y científica del proyecto. El hito científico de lograr que naciera una cría de pulpo en cautividad -bautizada Lourditas por considerarlo un milagro-, no superó las siguientes pruebas del centro de investigación Pescanova Biomarine Center. Estas declaraciones, sumadas a la difícil situación financiera de Nueva Pescanova, han paralizado la construcción de la granja, y el propio puerto de Las Palmas ha confirmado que no se está activando ninguna actividad relacionada con el plan inicial.
La presidenta de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, Beatriz Calzada, ha confirmado el pasado jueves 10 de octubre que "no hay actividad ninguna ni hay activación ninguna de ese proyecto", aunque sin entrar en detalles de la causa última que impedirá llevarlo a cabo. "Lo que nosotros sabemos y lo poco que nos han transmitido es que la propia empresa estaba replanteándose si seguir o no con el proyecto y por lo tanto hasta que no haya algo nuevo a todos los efectos aquí no se está activando nada ese proyecto", ha respondido Calzada a preguntas de los periodistas en rueda de prensa. "La propia empresa a nivel nacional se estaba planteando diferentes cuestiones que tienen que ver con su actividad. Para nosotros, a día de hoy, es un tema que no existe porque no hay nada".
Seres sensibles atrapados en jaulas
El proyecto de Nueva Pescanova no solo se enfrenta a un problema de viabilidad técnica, sino también a un creciente rechazo social, especialmente por parte de grupos animalistas que advierten del sufrimiento que implicaría la cría de pulpos en cautividad. Los pulpos, considerados animales extremadamente inteligentes y sensibles, serían sometidos a un entorno artificial que no respeta sus necesidades biológicas ni emocionales.
Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis, ha sido una de las principales voces críticas con la granja de pulpos. “Los pulpos son animales extremadamente complejos. Su cerebro distribuido, su capacidad para resolver problemas y su sensibilidad hacen que cualquier forma de cría en cautiverio sea una condena al sufrimiento”, señaló. La posibilidad de que estos animales, que en libertad muestran comportamientos sofisticados como el uso de herramientas y la resolución de problemas, sean confinados en tanques ha generado una fuerte respuesta de los defensores de los derechos de los animales.
Este rechazo no es infundado. Diversos estudios sugieren que los cefalópodos son capaces de experimentar dolor y angustia. Un informe del LSE (London School of Economics), publicado en 2021, concluyó que los pulpos deben ser reconocidos como seres sensibles en la legislación del Reino Unido, un hito en la defensa del bienestar animal. Los resultados de investigaciones como esta han sido utilizados como referencia por AnimaNaturalis y otras organizaciones para argumentar que la cría de pulpos en granjas va en contra de los principios básicos del bienestar animal.
El fracaso económico detrás del proyecto
A la falta de resultados científicos exitosos se suma la crítica situación económica de Nueva Pescanova. La empresa arrastra pérdidas desde hace años, con un agujero financiero de 53 millones de euros que ha forzado a la compañía a plantear un ERE sobre 90 trabajadores. Esta situación ha paralizado varias de sus iniciativas, entre ellas la granja de pulpos, que requeriría una inversión de más de 65 millones de euros.
Pese a las declaraciones de la empresa, que insiste en que sigue adelante con el proyecto, la falta de avances tangibles ha generado escepticismo. “Este proyecto no es más que una estrategia para atraer a inversores mientras la compañía se enfrenta a la venta de su capital”, opinan fuentes cercanas a la industria contactadas por Canarias7. A pesar de ello, Nueva Pescanova sigue defendiendo su iniciativa, destacando los supuestos avances en bienestar animal que han logrado en su centro de investigación, aunque hasta la fecha no han sido suficientes para sacar adelante una producción a gran escala.
“No podemos permitir que las empresas jueguen con la vida de seres tan complejos como los pulpos en nombre de la rentabilidad. El fracaso de este proyecto debe servirnos de lección: hay límites que no deben cruzarse en la explotación de los animales”, agregó Gascón.
El intento fallido de Nueva Pescanova de criar pulpos en cautiverio ha puesto de manifiesto la necesidad de replantear nuestras relaciones con los animales. La ciencia ha demostrado que los pulpos no pueden ser tratados como simples productos, y la sociedad ha respondido rechazando un modelo de negocio que prioriza las ganancias por encima del respeto a la vida.
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