Lo que se escucha en la nocturnidad no es el aullido del lobo, sino el sonido de los 181 votos del PP, Vox, Junts y PNV que han aprobando su muerte de manera cobarde. Este jueves, el Congreso ha cedido a la presión de lobbies ganaderos y partidos conservadores, desprotegiendo al Canis lupus signatus al norte del Duero. La enmienda, colada en una ley contra el desperdicio alimentario, justifica la caza argumentando que los ataques a reses generan "cuatro millones de kilos de carne desperdiciada", un cálculo sin fuentes ni justificación.
Según el Ministerio de Agricultura, el 85% del desperdicio alimentario en España (1.200 millones de kilos anuales) proviene de hogares, no de cadáveres de ganado. "Es cinismo usar una ley contra el hambre para matar lobos", denuncia Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España. "Han convertido al lobo en chivo expiatorio de un sistema agroindustrial insostenible". Mientras Europa debate reforzar la protección del lobo, España retrocede. Solo las manadas al sur del Duero conservarán su estatus legal. Al norte, los cazadores ya están limpiando sus armas.
Mucho más que un depredador
El lobo ibérico no es ese monstruo que merodea los bosques que los políticos conservadores quieren dibujar, sino un arquitecto de biodiversidad. Estudios de la Estación Biológica de Doñana confirman que su presencia regula poblaciones de herbívoros, previniendo sobrepastoreo y favoreciendo la regeneración forestal. Su ausencia, en cambio, desencadena un efecto dominó: ciervos y jabalíes proliferan, arrasando cultivos y aumentando el riesgo de incendios.
"Matar lobos es como arrancar engranajes de un reloj: el mecanismo se rompe", explica Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España. La ciencia respalda su voz: un informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) alerta que fragmentar sus poblaciones reduce la diversidad genética, condenándolos a largo plazo.
Pero el miedo campa a sus anchas. La senadora del PP Lorena Guerra Sánchez habla de "pastores desprotegidos" y "familias humildes" amenazadas. Sin embargo, según el Ministerio para la Transición Ecológica, los ataques a humanos son inexistentes en décadas. "Usan el miedo rural como arma política", sentencia Gascón. "Mientras, ignoran soluciones reales: desde perros guardianes hasta cercados electrificados".
Soluciones que no requieren balas
En Asturias, una pastora y su rebaño demuestran que otra realidad es posible. María González usa mastines entrenados desde cachorros para disuadir lobos. "En diez años, no he perdido ni una oveja", cuenta. Su caso no es único: proyectos como Life EuroLargeCarnivores promueven medidas no letales en toda Europa, con un 90% de éxito.
La clave está en compensaciones rápidas por daños, tecnología de disuasión (luces, alarmas) y educación rural. "El lobo no es el enemigo, sino un vecino incómodo. Aprendamos a vivir con él", insiste Fernando Palacios, experto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
AnimaNaturalis exige al Gobierno derogar la enmienda y priorizar el Plan de Conservación del Lobo 2021, paralizado por falta de voluntad política. "No necesitamos más sangre, sino diálogo", clama Gascón. "Cada euro invertido en prevención salva vidas, tanto de lobos como de negocios ganaderos".
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