Mali, una elefanta asiática de 33 años del zoo de Manila, padece depresión Según los expertos se debe a que vive confinada en un recinto de unos quince metros cuadrados sin vegetación Si quiere protegerse del sol, su única alternativa es cobijarse en una pequeña caseta calurosa y nada confortable.
Desde hace meses, el animal se paseaba inquieto de un lado a otro de su jaula y balanceaba la cabeza de forma poco habitual Sus cuidadores sospecharon que padecía zoocósis, un término utilizado por primera vez en 1992 por Bill Travers, fallecido en 1994, cofundador de "Zoo Check", organización de renombre internacional que inspecciona zoológicos y emite informes sobre el estado de los animales que viven en ellos.
La elefanta Mali no es el único animal de zoo de la capital de Filipinas que muestra trastornos en su comportamiento -más o menos el significado de la palabra zoocósis- debido a las pésimas condiciones en que se encuentran encerrados. Unas jaulas más allá, Sisi, una orangutana de 23 años que vive en un cubículo de cinco metros de ancho y diez de alto, tiene síntomas parecidos. Una escalera y un neumático a modo de columpio son sus únicas distracciones. Pocas para un animal acostumbrado a moverse por la selva.
Tanto Mali como Sisi siguen una terapia intensiva para curarse de la depresión que les ha provocado su encierro. Como tratamiento, sus cuidadores han decidido que para dar más alicientes a su monótona existencia y deben aguzar su ingenio para encontrar algunas golosinas que les suministran.
El paquidermo recibe las semillas de girasol y los cacahuetes que tanto le gustan escondidos en el interior de una guía telefónica. El animal debe encontrarlos y cogerlos con su trompa. Lo de la guía debe ser porque es un animal de ciudad y por si quiere aprovechar para llamar a otros zoos en busca de mejor alojamiento.
A Sisi los responsables del zoo le suministran la comida cubierta por una capa de hielo, que debe escarbar para extraer las bananas y naranjas, su dieta fundamental No sabemos si tan peculiar terapia tendrá éxito. Rebuscar en la guía telefónica y romper el hielo no se parecen mucho a la forma de procurarse alimento en su ambiente natural, pero al menos les mantendrá entretenidos.
En septiembre del año pasado, algunos activistas de la organización PETA, que reclaman el tratamiento ético para los animales, ya se manifestaron a las puertas del zoo para denunciar la pésima situación en que se encontran los animales allí recluidos.
(Pilar Quijada)
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