La Xunta de Galicia ha detectado un brote de coronavirus en una granja de visones americanos en A Baña (A Coruña). Los contagios obligarán a sacrificar 3.100 animales que forman parte de la población más grande de esta especie en España, ya que el 80% de las explotaciones peleteras del país están en esta comunidad autónoma. El Ministerio de Agricultura notificará lo ocurrido en esta instalación a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a la Comisión Europea. Se trata del primer foco de este tipo en Galicia, pero el segundo en España.
Las organizaciones han alertado desde hace meses de los riesgos sanitarios que suponen las granjas de visones a raíz de los incidentes de contagio registrados en Dinamarca y Países Bajos. En España se ha producido hasta ahora otro caso similar al de A Baña en la provincia de Teruel, donde 92.000 de estos mamíferos fueron sacrificados. Las ONG's han denunciado falta de controles y equipos de protección para los trabajadores de este tipo de explotaciones, además de un incumplimiento en la distancia reglamentaria con zonas residenciales y la fuga de ejemplares, algo que la Asociación Gallega de Criadores de Visón (Agavi) niega.
Galicia tiene un total de 25 granjas de visones activas, con 81.500 reproductoras, según datos de la Consejería de Medio Rural, que ha mantenido un contacto estrecho con el sector desde las primeras informaciones que relacionaron los brotes de coronavirus con estas instalaciones. Fue este departamento de la Xunta el que alertó del brote de A Baña, detectado durante los controles establecidos en un protocolo de seguridad diseñado junto a los ministerios de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y Sanidad.
La asociación que agrupa a los criadores de visón confirma el contacto permanente con la Xunta e insiste en que los riesgos sanitarios, a pesar del brote localizado, son mínimos. Agavi asegura que las particularidades del sector en España hacen que brotes de las características de los encontrados en Dinamarca y Países Bajos sean imposibles: “No se contrata trabajadores temporales, no se realiza movimiento de animales entre granjas y las pocas granjas existentes están aisladas de las demás y de los núcleos de población”, sostienen.
Los vecinos de la Urbanización O Castelo, en el municipio coruñés de Carral, viven lo contrario. A escasos metros de la última casa se encuentra una de estas explotaciones que ha levantado quejas desde su construcción, hace más de 10 años. José Pedreira, uno de los residentes de la zona, denunció que es imposible convivir con la granja: los malos olores son constantes y las moscas invaden todas las casas cercanas que se han devaluado por las condiciones de vida en el sector. A esa preocupación se añade el miedo de sufrir un brote de coronavirus. Pedreira asegura que, a pesar de que les rodea un muro de dos metros, algunos animales consiguen salir.
Las denuncias de las ONG se han intensificado tras la aparición de una mutación del virus en los brotes de visones en Dinamarca que podría poner en peligro la efectividad de las vacunas. Sin embargo, para Gonzalo Fernández Rodríguez, decano de veterinaria de la Universidad de Santiago y autor de un estudio de detección de patógenos en visones, los riesgos de que ocurra algo similar en Galicia son mínimos: “El virus puede fácilmente mutar si tiene 17 millones de huéspedes en los que reproducirse. Pero si tiene 80.000, que no necesariamente tendrán contacto entre sí, las posibilidades son mucho menores”, comenta. Aun así, advierte de que los controles siempre deben intensificarse.
Fuente: El País
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