Granjas pesqueras o piscifactorías:
fábricas bajo el agua
La piscicultura o €œacuicultura€ se ha convertido en una industria mil millonaria, y más del 30 % de los animales marinos que se consumen anualmente provienen hoy en día de €œgranjas€. Según la FAO, (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), la acuicultura se está desarrollando tres veces más rápido que la producción agropecuaria, y lo más probable es que las granjas pesqueras pasen a un primer lugar a medida que nuestros caladeros naturales se agoten.
Las granjas acuáticas pueden ser instaladas en tierra firme o en océanos. Las ubicadas en tierra firme producen miles de peces, ya sea en lagunas, embalses o estanques de cemento. Las ubicadas en los océanos se encuentran situadas cerca de las costas, y en ellas los peces son amontonados en redes o jaulas de tela metálica. Ambas granjas se asemejan en que sus peces están llenos de contaminación, enfermedades, y sufrimiento, independientemente de su ubicación.
Las granjas piscifactorías malgastan recursos - se requieren unos 2,27 kilogramos de peces pescados en libertad para producir solamente 0,45 kilogramos de peces de granja- al mismo tiempo que contaminan el medio ambiente con toneladas de excrementos de pez, de concentrado alimenticio con elevados niveles de antibióticos, y de cadáveres de peces enfermos.
Los peces criados en granjas pasan sus vidas en espacios insuficientes e insalubres, y muchos sufren de infecciones parasitarias, heridas graves y otras enfermedades. Las condiciones de estas granjas son tan horrendas que el 40 % de los peces puede morir antes de ser sacrificados para su comercialización. En suma, las granjas pesqueras comportan sufrimiento y devastación ecológica dondequiera que estén.
Muchas granjas acuáticas en tierra firme se encuentran cubiertas, de esta manera los productores controlan incluso la cantidad de luz que reciben los peces.
Estos peces pasarán el resto de sus vidas amontonados, tropezándose unos contra otros e incluso contra las paredes de sus superpobladas jaulas.
Con poco más de 10 centímetros de longitud, los peces jóvenes, llamados €œalevines€, son transportados del lugar de desove donde nacieron a la piscifactoría. í‰sta es la primera de las otras tantas paradas que deberán hacer los peces antes de su último viaje al matadero.
Guiso fecal (y eso no es lo peor)
Las granjas acuáticas ubicadas en los océanos contaminan el mar con excremento de pez, residuos de alimentos químicos y enjambres de parásitos. Además, las enfermedades agresivas que sufren los peces de granja son transmitidas a los peces silvestres de la zona; en algunos casos, se incrementa 1.000 veces la incidencia de piojos de mar.
Para los peces, la €œclasificación€ por talla es un proceso estresante y algunas veces mortal. Cada pez es clasificado 5 veces a lo largo de su vida, se les pesca con redes o se les aspira mediante tuberías para luego soltarlos a otra jaula diferente.
Con una apariencia modesta a simple vista, cada una de estas jaulas acuáticas está densamente poblada con unos 50.000 individuos que no tendrán jamás la oportunidad de nadar libres; al contrario, cada aleteo los conducirá a tropezarse contra otro pez o contra las mismas paredes de su jaula.
La existencia de piojos de mar es frecuente en las granjas productoras de salmón. Estos parásitos son depredadores, causan descamación en los peces y les provocan úlceras graves. En condiciones de gran hacinamiento, estos parásitos llegan a comerse las caras de los peces dejándolos literalmente en el hueso, fenómeno tan común que los acuicultores lo llaman €œcorona de muerte€ (€œdeath crown€).
Heridas producidas por enfrentamientos y maltratos
En piscifactorías densamente pobladas, los peces pequeños son tiranizados y matados por los peces más grandes. Por este motivo, se debe comprobar constantemente que los individuos cuyo crecimiento es más rápido sean trasladados al grupo indicado según su tamaño. A tal efecto, los peces son apresados mediante redes o tuberías para luego ser arrojados a una serie de barras o parrillas que constan de aperturas variables para dividir a los peces según su tamaño y redistribuirlos hacia diferentes jaulas o tanques; los peces pequeños pasan a través de las aperturas pequeñas y los grandes a través de las rejillas grandes. Esta práctica, denominada €œgradación€, es sumamente estresante y produce dolorosos raspones y descasamientos al pez.
Los sistemas de tecnología de punta y la producción en masa permiten controlar la alimentación, la luz (en el caso de las granjas cubiertas) y el nivel de crecimiento. Para estimularlo y acelerarlo, así como también para alterar el comportamiento sexual de los peces, se usan medicamentos, hormonas e ingeniería genética. Las altas tasas de mortalidad, las enfermedades y las infecciones parasitarias son habituales. Otro caso común son las malformaciones y las heridas post-traumáticas; en algunas granjas, el 40 %de los peces son ciegos, dolencia que no es tomada en cuenta porque no representa un problema para los piscicultores.
Hacinamiento
Debido a que han sido diseñados para navegar los vastos océanos y para utilizar todos sus sentidos, los peces se vuelven locos por la falta de espacio y las condiciones de confinamiento en las granjas acuáticas. En estos espacios, insuficientes para el nado, los peces chocan constantemente unos contra otros y contra las paredes de su jaula, dando lugar a úlceras y daños en sus aletas.
La densidad poblacional (el número de peces por cada metro cúbico de agua) no se regula en función del bienestar de los peces, sino que se la hace aumentar hasta que la pérdida de individuos por muerte supere los beneficios de abarrotar pequeños espacios con grandes cantidades de peces. Las piscifactorías de salmón son tan densas €