Es el café más costoso del mundo oculta una verdad que muy pocos quieren ver. Y no es porque se prepara con granos de café parcialmente digeridos y defecados por las civetas, sino por las condiciones en que se explota a estos animales.
Endémica del sureste de Asia y África Subsahariana, la civeta tiene la cola larga como los monos, marcas faciales semejantes a las del mapache, y el cuerpo cubierto de franjas o manchas. Desempeña una función importante en la cadena alimentaria, pues se alimenta de insectos, reptiles pequeños, y frutas como bayas de café y mangos, y a su vez, es alimento de leopardos, serpientes grandes, y cocodrilos.
Al principio, el comercio de "café de civeta" presagió buenas cosas para estos animales. Sucede que la civeta de las palmeras invade las granjas comerciales de frutas, de modo que suele considerarse una plaga en Indonesia, pero gracias al desarrollo de la industria de kopi luwak, los lugareños empezaron a proteger a estos mamíferos por su valioso excremento. Es que las enzimas digestivas de las civetas cambian la estructura proteica de los granos de café, lo cual elimina algo de la acidez y permite preparar una bebida más suave.
Una taza del café kopi luwak puede costar hasta 80 dólares en Estados Unidos.
Granjas en batería
No obstante, conforme ha crecido la fama del café de civeta, e Indonesia se vuelve un destino popular entre los turistas que quieren ver e interactuar con la fauna, cada vez más civetas salvajes terminan enjauladas en las plantaciones cafetaleras. Esto se debe, en parte, a la producción del café; pero también porque se puede generar mucho dinero con los turistas curiosos por conocer a las civetas
Investigadores de Wildlife Conservation Research Unit, de la Universidad de Oxford, y de la World Animal Protection, evaluaron las condiciones de vida de casi 50 civetas salvajes enjauladas en 16 plantaciones cafetaleras de Bali. Y los resultados pintan un cuadro espantoso.
Desde el tamaño y la limpieza de las jaulas hasta la capacidad de sus ocupantes para comportarse con normalidad, cada plantación que visitaron los investigadores incumplió con los requisitos básicos de bienestar animal. "Algunas jaulas eran, literalmente, las más pequeñas que hemos visto; podríamos llamarlas conejeras. Están completamente saturadas de orina y heces por todas partes", dijo Neil D'Cruze, uno de los investigadores.
"Algunas civetas estaban muy adelgazadas debido a que restringían su dieta a solo bayas de café, el fruto que envuelve al grano. Otras tenían obesidad, porque no podían moverse libremente. Y unas más estaban intoxicadas con cafeína", afirmó D'Cruze. Pero lo más terrible era el piso de alambre donde muchos animales tenían que pararse, sentarse, y dormir el día entero. "Si siempre estás parado en esa malla de alambre, vas a desarrollar úlceras y abrasiones. Las civetas no tienen adónde ir para evitar ese piso", agregó D'Cruze. "Es una fuente de dolor e incomodidad constante e intensa".
Además, muchas de las civetas no disponían de agua limpia ni tenían oportunidad de interactuar con otros animales. Y estaban expuestas al ruido diurno del tráfico y los turistas, cosa particularmente inquietante para estos animales nocturnos.
Cautiverio inútil
Todo esto para producir un artículo suntuario, que además, según los expertos, parte de lo que hace tan especial al kopi luwak es que las civetas salvajes seleccionan y comen solo las mejores bayas de café. De modo que mantenerlas en jaulas y alimentarlas con cualquier baya resulta en un producto inferior.
Es decir, ni siquiera el kopi luwak es tan bueno como para justificar una industria cruel y despiadada. Un artículo de la Speciality Coffee Association explica que, si bien el proceso digestivo de las civetas suaviza el sabor del café, elimina también la acidez deseable y el sabor característico de una taza de café de especialidad.