Desde AnimaNaturalis seguimos desvelando la realidad de la ganadería a través de Granjas.org, y esta ocasión ponemos el foco en las lamentables condiciones de vida de los cerdos en la fase de cebadero o engorde, el último paso antes de ser sacrificados y despiezados.
Más del 95% de la carne de cerdo que se consume en España proviene de sistemas de cría intensivos. Durante 2020, más de 56,4 millones de cerdos fueron llevados al matadero desde granjas del país, según los datos provisionales de la encuesta de sacrificio del MAPA. Esta cifra aumenta año tras año y situó a España, nuevamente, en cifras récord de producción y sacrificio de cerdos.
En estas cifras, tal y como ocurre en todos los sistemas y fases de producción animal, no se contabiliza a los animales que mueren o son matados en la propia granja al no resistir las condiciones de la explotación.
Actualmente, existen 68.836 granjas intensivas de cerdos en funcionamiento en el país, de las cuales 17.251 son especializadas en engorde. Es la mayor concentración de este tipo de instalaciones en toda Europa, seguido de Alemania y muy por debajo, Francia.
La cría de cerdos en los Países Bajos y Alemania está disminuyendo debido a una combinación de normas ambientales y de bienestar animal, junto al envejecimiento de la población dedicada a la ganadería. España se ha transformado en el paraíso para las explotaciones ganaderas de cerdo, que no paran de aumentar.
En los últimos años se han construido muchas granjas porcinas en España. Particularmente en la región de Aragón, donde todavía hay espacio para crecer. Sólo en Aragón, se sacrificaron 9,34 millones de cerdos en los primeros 11 meses de 2020, un 25,7% más que en el mismo periodo de 2019. Cataluña lidera los sacrificios con 21,41 millones de cerdos enviados al matadero en los primeros 11 meses de 2020. En Cataluña, sin embargo, se está desacelerando porque se está llegando a los límites medioambientales permitidos por la ley.
La oscura vida 56,4 millones de cerdos
La etapa de engorde empieza justo después del destete, a los 28 días de haber nacido, y dura hasta las 22 semanas de edad, cuando son enviados al matadero tras haber alcanzado el peso de venta según las demandas del mercado.
En las naves, los cerdos destinados a la producción de carne son estabulados en naves oscuras, sobre suelos de hormigón en condiciones de extremo hacinamiento. El confinamiento y la falta de estímulos impide el comportamiento natural de los cerdos.
Al contrario de lo que se cree, los cerdos son animales muy limpios que buscan lugares frescos, arroyos y charcos donde darse baños de lodo o descansar. Sin embargo, en las granjas de cría intensiva no tienen otra opción que convivir con sus propias heces y con cadáveres como compañeros de celda. El aire que se respira es insalubre tanto para los propios cerdos, como para los trabajadores. Esta combinación de gases, polvo y partículas acaban causando lesiones en su sistema respiratorio.
Suelen alojarse en grupo, en recintos cerrados dentro de las naves, con suelos de hormigón duro y enrejado bajo la que se acumulan los purines.
A pesar de que está demostrado que los cerdos son más inteligentes que otros animales domésticos, como los perros o los gatos, las granjas que visitamos no disponían apenas de ningún tipo de enriquecimiento ambiental, obligado por ley. En una de ellas, todo lo que había era una cadena de hierro colgando de la pared, con una arandela de plástico duro para que, supuestamente, los cerdos se entretengan masticando o jugando. En la realidad, y reconocido por el propio sector, este uno de los enriquecimientos más pobres, al tratarse de una actividad de la que enseguida pierden el interés. Tampoco había paja, heno ni ningún otro tipo de material que pudieran masticar, rebuscar o utilizar para hacer su cama para el descanso, algo habitual en los cerdos cuando se encuentran en situaciones de libertad o en centros de rescate y santuarios. En condiciones naturales, los cerdos son muy activos y pasan el 75 % del día buscando alimento y explorando, pero en las granjas, estas necesidades de comportamiento se ven continuamente frustradas.
Debido a las extremas condiciones en las que viven, los cerdos en esta etapa sufren úlceras, malformaciones, fracturas, tumores, problemas respiratorios, heridas y otras enfermedades. Esa es la realidad de los cerdos en las granjas intensivas.