Dicen que la vida en provincias tiene otro ritmo, y estoy totalmente de acuerdo con esa afirmación. Es más cómodo vivir, trabajar y disfrutar del tiempo libre, porque apenas nos desplazamos de un lugar a otro. Sin embargo, hay una excepción: cuando llegan las fiestas de la vendimia, conocidas como de San Mateo.
El pasado fin de semana comenzó cuando, la noche del viernes, llegaron nuestros refuerzos de AnimaNaturalis desde Barcelona y empiezó la maratón de activismo que concluiría con el regreso a casa de cada uno de nuestros visitantes.
En 48 horas escasas, debíamos hacer activismo, preparar materiales para una manifestación antitaurina, cocinar para centenares de personas y -cómo no- disfrutar de la fiesta Matea… pero sin crueldad.
Logroño es conocido por sus zonas de bares. Son una colección de callejuelas estrechas, donde entran una cantidad enorme de gente que se empuja para beber y comer los pinchos típicos. Aún siendo una ciudad pequeña, contamos con una excelente ruta de pinchos veganos y restaurantes que ofrecen gran variedad de comida sin sufrimiento animal.
Sumemos a ello que los conciertos, las peñas o los diferentes eventos están tan cerca uno de otro, que no tenemos que elegir. sencillamente, cuando nos cansamos de un lugar nos vamos a otro… procurando que disfruten de la fiestas como un riojano o riojana más.
Pero mientras todos disfrutan, yo tengo un peso en el estómago. El domingo es la manifestación antitaurina más importante de Logroño. Tenemos gente incondicional, pero somos una ciudad pequeña. No nos podemos permitir el lujo de ser pocos. Vamos a pasear por las calles de la ciudad, en medio de las peñas taurinas y la población más conservadora. Sabemos que alguien nos va a increpar o insultar. Debemos estar a la altura de la situación. Representamos a decenas de miles de personas que luchan por nuestra causa, aunque seamos pocos o una legión… debemos marchar como lo que representamos, no sólo mostrando el número que concentramos.
Este es un defecto de las pequeñas ciudades. En las grandes, están acostumbrados a expresar las diferentes opiniones. En las pequeñas, se sienten con el derecho a increpar al que no opina como él. Reminiscencias de la cultura patriarcal, donde hay una sola manera de actuar y pensar… y todas las demás son atacadas como si se tratara de una amenaza.
Este año para colmo se me había metido una idea en la cabeza. En estas fiestas es habitual hacer degustaciones en la calle. La gente hace filas enormes para comprar la tapa o ración de lo que cada peña tiene por costumbre preparar.
¿Por qué no hacemos una degustación vegana que aparezca en el programa de fiestas? Sería una manera de ir enseñando a tantas personas que nos aburren preguntando si comemos algo más que lechuga. ¿No les suena una buena idea?
Ingrata tarea de buscar utensilios, locales y toda la parafernalia necesaria para preparar una degustación al aire libre para tanta gente. Nuestros voluntarios se enfrascana en una cocina improvisada, limpiando y pelando verduras… Empleamos varias horas en ello pero al mismo tiempo , se va creando un ambiente alegre, de cercanía, de bromas y risas y de saber que estamos con la gente que queremos. Que nos toca a nosotros demostrar que otra forma de comer es posible.
Y llega el gran día. Mi angustia crecía por momentos. ¿Y si me he equivocado y resulta un fracaso? Para colmo el día sale gris y amenazando lluvia. Los logroñeses no se animan a salir con mal tiempo, somos gente temerosa del cielo al parecer... y las fiestas están preparadas para disfrutarlas al aire libe.
Llegan nuestros incondicionales. Comienza a lloviznar y yo no siento nada. Sólo pido que se termine todo cuanto antes. Van llegando algunos concejales del ayuntamiento. Empiezo a sentir que no vamos a hacer el ridículo.
Comenzamos la manifestación y hacemos un par de paradas: en el Palacete del Gobierno de la Rioja y delante del Gobierno civil. Queremos decirles que no gasten nuestro dinero en subvenciones taurinas. Que no fomenten la crueldad haciendo aparición en los medios de comunicación denostando nuestra tarea.
Como siempre, una espontánea nos increpa. Me acerco a ella y logro desarmarla con buenas palabras y una sonrisa.
Ya va quedando menos para terminar el recorrido y aunque se va descolgando gente al salir de las calles más céntricas, hemos demostrado a la ciudadanía logroñesa que no somos cuatro locos haciendo el ridículo, como a menudo nos tratan de retratar.
Terminamos en el parque Gallarza. Es la hora del discurso final. En principio era nuestra directora Aïda Gascón la encargada de hablar ante los participantes, pero animada por la magia de la marcha y aprovechando la catarsis, me descubrí con el megáfono en la mano. No he preparado nada. No tenía pensado hablar. Pero no siento miedo escénico o vergüenza porque la emoción de los asistentes me llena de energía. Empiezan a fluir las palabras. Nada de números o referencias a la tauromaquia en Logroño, sólo a ese sentimiento que nos hace actuar como un solo corazón ante la crueldad e injusticia.
Salen mis palabras sin que las elabore. Menciono al Toro de la Peña de Tordesillas, recientemente asesinado y torturado. Siento que yo soy ese animal. Les digo lo que siento realmente. Que son la mejor gente del mundo porque no tienen ningún interés personal. Estamos aquí porque queremos un mundo mejor, un futuro mejor y lo vamos a construir. No vamos a desfallecer. Hasta el fin de nuestros días lucharemos.
Estoy emocionada y veo frente a mí caras tan emocionadas como la mía. Y me siento feliz de saber que estoy en el lugar correcto. En el de la ética y el respeto a todo ser sintiente.
Probablemente un discurso mediocre desde el punto de vista de la larga historia de los oradores, pero lleno de corazón. En este momento no sería capaz de reproducir lo que dije porque salió espontáneo, pero todavía siento el calor y el amor que se produjo allí.
Finalmente, llegó la degustación y con ella mi última agonía. No sabía dónde poner mi cuerpo mientras todo se iba preparando. En aquel momento yo no era capaz de servir o ayudar. Iba de un lado al otro controlando todo para permitir que mi cuerpo se moviera a toda velocidad y así liberar tensiones.
No puedo describir con palabras lo que sentí cuando vi una fila interminable de gente esperando para comer. Superaba todas nuestras expectativas. En ese momento, supe que lo habíamos conseguido.
No tenía ningún miedo a que la caldereta riojana no gustara a los asistentes, por más de ser 100% vegetariana. Es lo bueno de contar con una apuesta segura, nuestro gran Chef Haritz. Exigente, pero eficaz. Humilde es otra palabra que le caracteriza.
La comida gustó. Aparecimos en la televisión local y la gente nos felicitó. Incluso repitieron el plato, relamiendo ayudados por el pan. Yo incluída entre estos últimos :)
Despedimos a nuestra gente venida de Barcelona, Soria, Navarra, Zaragoza… Lo hemos conseguido. Un pasito más en nuestra lucha.
Aún estoy embriagada de emoción, de canciones, de situaciones… Pero cada día me confirma que esa es la gente que yo quiero en mi vida.
Juntos…. Hasta la Abolición!!!!
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