El calor de mediados de junio está siendo insoportable. Es imposible conciliar el sueño, por mucho que te quites todas las sábanas de encima. Cuando sonó el despertados a las 3:30 de la madrugada, casi lo agradecí.
Esa mañana tomaba un avión con destino a Palma de Mallorca, para asistir a una importante protesta en contra de la tortura a la que aún son sometidos los toros en esa ciudad. Aunque parezca mentira: sí, todavía se torturan toros hasta la muerte en la paradisíaca isla de Mallorca. No entiendo cómo aún hay personas que prefieren ver morir a un animal, en lugar de visitar las calas, caminar por sus calles o tomar una copa con amigos.
Siempre que participo a una acción de este tipo, procuro motivarme imaginando lo capaces que somos de cambiar las cosas. Son cambios que a veces tardan demasiado tiempo en llegar, pero si no decae nuestra ilusión, seremos capaces de cambiar el mundo de los animales. En esta ocasión, pensaba en todos los toros a los que no hemos podido salvar, en aquellos a los que la falta de empatía de los políticos ha sentenciado a muerte. El año pasado estuvimos a punto de acabar con esta barbarie. El proyecto de ley estaba listo y los partidos locales estaban dispuestos... pero el balde de agua fría vino del Trinunal Constitucional, que dictó la sentencia de que prohibir la tauromaquia era contrario a la constinución española. Eso nos obligó a seguir trabajando, buscando otros caminos.
Ahora mismo está tramitándose en el Parlament la reforma de la Ley de Bienestar Animal que reglamentará las corridas de toros hasta hacerlas imposibles de realizar. Imagino unas Islas Baleares con toros libres, vivos, sin sangre que cubra su cuerpo, sin banderillas que desgarren su piel, sin espadas que acaben con sus inocentes vidas, y salgo sonriente de casa imaginando que, unidos, lo podemos conseguir. Esperemos que este julio podremos sonreír todos con su aprobación.
Sin embargo, la temporada taurina acaba de dar el pistoletazo de salida, muy a pesar del esfuerzo de miles de personas durante demasiado tiempo. Estamos en un momento decisivo, pero los toros que se lidiarán este año en Palma están ahora mismo condenados a muerte. Quizás los últimos en la historia de las islas.
Viajé junto a mi amiga Lourdes a dar nuestro máximo apoyo a esta concentración que tuvo lugar en la Plaza de España, y a acompañar a nuestro compañero Guillermo Amengual, uno de los mayores defensores de los animales en la región. Nos encontramos con él media hora antes del comienzo la protesta, preparado con su megáfono y sus pancartas, dispuesto a darlo todo por los animales. Estábamos todos ansiosos por mostrar a los políticos del Parlament nuestra repulsa a la salvajada que son los espectáculos en los que se maltrata a los animales, queríamos que quedase muy claro el mensaje que pretendíamos transmitir, que les exigimos que pongan fin de una vez por todas a tal atrocidad. Tenemos prisa por acabar con esta repugnante tradución. Los animales no pueden esperar más.
Mi reloj de muñeca dio las 11 horas, y los activistas comenzaron a llenar el lugar de encuentro. Jóvenes, no tan jóvenes, niños y niñas, personas a pie, personas en bicicleta. Ni el sol abrasador ni unas incontinentes palomas que amenazaban con ensuciarnos de arriba a abajo nos iban a parar. Algunos curiosos se acercaban a preguntarnos por qué protestábamos, y varios de ellos se asombraban de que en el 2017 todavía se llevasen a cabo tales festejos. Por supuesto, también hubo lugar para burlas y ataques verbales, pero eso es algo que nunca ha preocupado a los activistas por los derechos de los animales, estoy segura de que sabéis a qué me refiero.
Minutos más tarde, también llegaron varios periodistas, que tomaron unas cuantas fotografías e imágenes del acto y entrevistaron a Guillermo. Sus palabras y nuestras pancartas fueron publicadas en muchísimos medios de comunicación.
Esperamos que el mensaje haya quedado claro. Pedimos a los políticos que escuchen de una vez la voluntad del pueblo: ¡Mallorca no quiere un día más con corridas de toros en las islas! Esperamos que sean valientes, hagan historia, y que el mes de julio sea un mes de celebración para los toros.
Gracias a todos los asistentes a la protesta: la victoria llevará escrita cada uno de vuestros nombres.
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