El pasado Viernes 9 de Marzo pusimos rumbo a Valencia, partíamos de Madrid con fuerza e ilusión, con ganas de encontrarnos con todos nuestros compañeros y de volver a luchar una vez más por todos aquellos inocentes que perderán la vida a lo largo de estas Fallas, por lo que por un lado, nos esperaba un dia duro.
Sobre las 21:00 llegábamos a nuestro destino, dejábamos las cosas e íbamos a reunirnos con nuestros compañeros, como en cada viaje, el momento fue genial, abrazos y una gran alegría por ver a nuestros compañeros, aquellos con los que llevamos tanto tiempo luchando por los sin voz, y que ya consideramos como de nuestra familia. Durante la cena, fue cuando habría un cambio de planes de cara al Sábado, al menos para mi, me pidieron si a la hora de la concentración de por la tarde, podría documentar lo que ocurriera dentro de la plaza, a lo que después de sentir un escalofrío, accedi. Presenciar esas atrocidades siempre es duro, pero como me han enseñado a lo largo de estos años, es un trabajo necesario, y negarme pudiendo hacerlo, sería egoísta por mi parte.
A la mañana siguiente desde primera hora estábamos en pie, llegabamos a la plaza del ayuntamiento y veíamos como activistas de toda España llegaban para unirse a nuestra performance, estábamos listos para demostrar una vez más, que seguimos aquí, que no nos vamos a rendir. Como ya hicimos en Pamplona y Logroño, al grito de ‘Tauromaquia Abolición’ una nube roja cubría el ayuntamiento en representación de la sangre que será derramada a lo largo de toda la semana.
Se iba acercando el momento, las horas pasaban rápido y aunque ya había documentado varios festejos anteriormente, iba notando nervios, supongo que son sensaciones que siempre que vaya a realizar este tipo de investigaciones sentiré por mucho que pase el tiempo. Llegado el momento nos dirigimos rumbo a la concentración, yo me separaba de mis compañeros e iba por mi cuenta hacia la plaza mientras observaba como lo que hasta entonces había sido un cielo soleado se oscurecía cubriéndose de nubes, como una representación de lo que estaba apunto de ocurrir. Llegado al destino, y después de una última reflexión me adentraba dentro de la plaza de toros. Al poco tiempo de haber entrado comenzaba a llover con mucha fuerza, me asomé a ver el estado de la arena y estaba cubierto de charcos de agua pero quedaba aún una hora, era pronto para tener la esperanza de que se iba a suspender la corrida. Pasados unos veinte minutos, paraba de llover, quitaban el agua de la arena y las escaleras, a mi me tocaba coger asiento en una plaza prácticamente vacía y esperar, entonces cuando ya prácticamente era la hora la lluvia volvía a caer, la poca gente que había abandonaba los asientos, en ese momento daba por hecho que se suspendia, que no habría corrida y una parte de mi sintió alivio pensando que no tendría que presenciar esa atrocidad. Nada más lejos de la realidad, nada iba a ser suspendido, y lo que para cada vez menos, es considerado un espectáculo, iba a dar comienzo.
Salia el primer novillo, las condiciones no podian ser peores, los propios acomodadores comentaban que era una vergüenza que por no devolver el dinero se siguiera adelante, la arena se iba encharcando mientras iba lloviendo con mas y mas fuerza, el animal inocente, aterrorizado no paraba de resbalar e intentar buscar una salida, ante esto yo no podía sentir otra cosa que no fuera impotencia, debido a la lluvia me era imposible tomar imágenes por mucho que lo intentara. Después de que mataran al primer novillo, estuve a punto de salir de la plaza, en ese momento pensé ‘han confiando en ti para esto, no puedes rendirte con tanta facilidad’, por lo que decidí seguir intentándolo, con una bolsa de plástico conseguí proteger un poco la cámara, y empecé a sacar todas las imágenes que pude, cada imagen que tomaba mostraba crueldad y sufrimiento, el momento que más me impactó fue tras la muerte del segundo novillo, al sacar su cuerpo dejaba un gran rastro de sangre en la arena, la misma pregunta que nos hacemos todos los días pasaba por mi cabeza ‘¿cómo puede alguien disfrutar viendo esto?’. Nunca obtendremos una respuesta coherente.
Después de una muerte agonizante del tercer novillo, la lluvia se iba calmando, los más pequeños se acercaban al pie de la plaza, a uno de ellos le daban la oreja de este último novillo, como si de un trofeo se tratara, un niño que crece pensando que el maltrato a un animal es un método de diversión. Algo ilógico en pleno siglo XXI.
Considerando que tenía todo el material necesario, no quise permanecer ni un minuto más allí, fue sin duda, de lo más atroz que he documentado.
Unirse a la concentración con mis compañeros, fue como un rayo de luz en la oscuridad, volvía a estar junto al lado esperanzador de la humanidad. Acababa la jornada algo tocado mentalmente por lo que había presenciado, pero por otra parte, feliz por tener la seguridad de que dentro de poco, todo esto será solo un mal recuerdo. Hasta que llegue ese momento, seguiremos luchando contra el maltrato animal, porque como dijo una compañera ‘nunca serán los sin voz, porque siempre tendrán la nuestra’.
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