El que ha acabado siendo el ministro más efímero de nuestra democracia apuntaba maneras. Cuando se supo que Màxim Huerta iba a ocupar el prestigioso cargo, enseguida saltaron las alarmas en el sector taurino y por nuestro lado, llegaron aires de esperanza para la lucha por la abolición de la tauromaquia en España.
Sin embargo, Huerta anunciaba este miércoles su dimisión como ministro justo una semana después de haber asumido el cargo, tras conocerse que usó una empresa para defraudar a Hacienda 218.332 euros entre 2006 y 2008.
Las reacciones para encontrar un nuevo ministro fueron rápidas y muy acertadas, quizás mucho más rápidas y precisas de lo que se nos ha hecho habitual con otros gobiernos.
José Guirao ha estado siempre muy vinculado al mundo de la cultura gestionando desde altos cargos en diputaciones y destacadas instituciones del mundo de la cultura y las bellas artes. Tiene fama de ser un buen gestor, ordenado y eficaz. Y desde AnimaNaturalis queremos descubrirte su lado más sensible y a la vez racional, visionario y a la vez realista.
Era un 26 de enero de 2016 en Madrid. José Guirao, entre exponentes del mundo de la cultura y la defensa animal, dejó clara su postura: Necesitamos un cambio antropológico radical como especie, en relación a cómo tratamos a los animales y el planeta que habitamos.
Sucedió en una rueda de prensa para presentar Capital Animal, una plataforma plural de arte, cultura y pensamiento para proponer, gestionar y recibir proyectos centrados en la concienciación sobre los derechos de los animales.
En esa presentación participaron sus tres impulsores: Rafael Doctor, Ruth Toledano y Concha López (editoras de El caballo de Nietzsche, de ElDiario.es). También contó con la aportación de los ilustradores Forges y Paco Catalán, Niño de Elche; la directora de La Casa Encendida, Lucía Casani, y el ahora recién nombrado ministro de Cultura y Deportes, José Guirao.
Empieza su intervención con una brillante reflexión: “La especie humana, en su soberbia, ha olvidado todo lo que la hace humana”.
Continúa explicando, consciente de que aún el grueso de la sociedad no es consciente de ello, cómo usamos los animales para comerlos, para el trabajo, para divertirnos, para “matarlos innecesariamente”,… José Guirao cree firmemente que estamos ante la necesidad de un cambio antropológico. Pero es realista. Reconoce que el cambio no será fácil: “Yo entiendo perfectamente que cuando la especie humana estaba intentando sobrevivir, instalarse en el territorio, pues compitiera con otras especies como se hace en el reino animal. Pero si realmente hemos llegado a un nivel de tecnología tan avanzado, ¿Como es posible que todavía sigamos teniendo instintos tan primitivos, tan alejados de la realidad de bienestar y de las posibilidades que tiene la especie para seguir haciendo ese juego tan primitivo?”.
Contra la caza
Guirao, afectado directo como tantas personas por el colectivo de los cazadores, que gozan de total libertad e impunidad para entrar en los terrenos privados y campar a sus anchas con sus escopetas y perros de caza, poniendo en peligro las vidas de de sus animales o incluso de su familia, explica una vivencia y reflexión personal: “El otro día en un bar me encontré con unos cazadores que conozco, venían tan ufanos de que habían matado no sé cuántas cabras en Gredos. Y la explicación es que había superpoblación de cabras y que había que matarlas. Y yo le dije que también hay sobrepoblación humana, y nadie ha planteado, y si lo planteara pensaríamos que es un monstruo, que hay que eliminar a una parte de la población para que esto sea viable. Está tan arraigado el desprecio por los animales y que son algo utilitario, bien sea para comer, bien sea para trabajar o bien sea para divertirnos, como es el caso de la caza, que bueno yo creo que el reto es inmenso, complicado, difícil, pero ese es el reto: el cambiar esa soberbia de la especie, que se siente impune ante todo, que se siente impune para maltratar y utilizar todo lo que encuentra en la naturaleza, los animales, las plantas, los árboles, el agua…. y eso nos lleva a la destrucción”.
Guirao no solamente arremete contra la caza, cuestiona nuestros hábitos alimenticios o critica el uso de animales como forma de diversión, sino que va más allá, en total sintonía con el espíritu del proyecto Capital Animal y del movimiento por los derechos animales: “Hay que considerar a los animales iguales, pero iguales en todo: iguales en inteligencia, en sensibilidad, en derecho a la vida…“
En su relación del ser humano con el planeta, Guirao demuestra una vez más tener conciencia medioambiental, empatía y sensibilidad por el mundo que nos rodea. Y lo hace en repetidas veces, desde la consternación y la tristeza, acusando a la especie humana de soberbia: “Necesitamos un cambio antropológico radical, necesitamos una cura de humildad, esta especie que está dispuesta a acabar con todo no se sabe para qué”.
José Guirao termina con un cierre contundente que resume en pocas palabras la esencia de su intervención, en la que deja claro sus ideales y a la vez nos da un aviso a quienes tengamos las expectativas demasiado altas:
“Tenemos que enfrentarnos al cambio, es un cambio complicadísimo, va contra miles y miles de años de pensamiento y de práctica en el que la especie intentaba sobrevivir y eso no lo ha olvidado”.
Quienes soñamos con la urgencia de conseguir un mundo sin violencia ni desprecio hacia la vida animal, estamos de enhorabuena con este ministro que tiene el encargo de poner orden en todo lo referente a cultura y deportes en España. Pero no todo va a depender de él, ni podemos esperar grandes cambios próximamente. Con solo 84 diputados, un PP que prepara una dura ofensiva, un PSOE que históricamente ha demostrado tener posturas sobre la tauromaquia poco claras y diversas, y un arco parlamentario muy complejo y variado, las esperanzas que podamos tener de que la tauromaquia reciba pronto su estocada final, deberían ser conservadoras. Además, no sabemos cuándo durará en el cargo: El PP acaba de pedir la dimisión de Pedro Sánchez y abre la puerta a una moción de censura.
José Guirao no podrá ser linchado en Twitter por los taurinos, porque no tiene. Pero desde aquí le agradecemos simplemente la empatía que ha demostrado, y le pedimos también valentía para afrontar los cambios que habrá que promover para colocar la cultura en el lugar en el que tiene que estar, que no es ni entre burladeros ni plazas de arena ensangrentadas.
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