El domingo 10 de abril volvió a abrir las puertas al público la Venta del Batán para la celebración de una becerrada con los alumnos de la Escuela José Cubero “Yiyo”. La entrada era libre y gratuita, ya que el espectáculo fue organizado con fondos públicos por el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, que cuenta con un presupuesto de 3,01 millones de euros para este 2022.
AnimaNaturalis y CAS International acudimos al espectáculo para registrar con imágenes el dolor y sufrimiento de los becerros, de la misma manera que estamos realizado con otros festejos taurinos populares de España, como los toros embolados o los toros ensogados, financiados por los ayuntamientos. “Es una vergüenza para Madrid que el gobierno de Ayuso encabece el ránking de las comunidades que más dinero están destinando a fomentar la tauromaquia, un espectáculo que cada vez cuenta con menos apoyo social por el rechazo que generan”, denuncia Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España. Solo en 2021, la Comunidad de Madrid destinó más de siete millones de euros a subvencionar la tauromaquia, una inversión ocho veces mayor que en los años anteriores.
Durante el espectáculo en la Venta del Batán, los alumnos lidiaron a cuatro becerros de no más de 14 meses, y a los que se le obligó a pasar por el caballo del picador, armado con una puya de tientas, que consta de una pirámide con cuatro aristas cortantes y punzantes que miden 1,7 cm cada una de ellas.
José Enrique Zaldívar, veterinario y presidente de AVATMA (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y contra el Maltrato Animal) asegura que las caídas y falta de fuerza que presentó uno de los becerros durante su lidia, en la que fue toreado con capote y muleta, fueron numerosas.
“Este tipo de debilidad puede ser debida a diversas causas: traumatismos en el transporte, fraudes como el dopaje, alteraciones metabólicas por el enorme consumo de glucosa debido al estrés y el ejercicio extenuante al que son sometidos, pelea con el caballo, y largas estancias en los corrales y los chiqueros”, explica Zaldivar.
Tras el visionado de las imágenes, Zaldívar asegura además que el becerro presentó una locomoción irregular, flexión de extremidades, constantes contactos de sus articulaciones inferiores con la arena de la plaza, posición de decúbito lateral total y externo abdominal. Además, la falta de fuerza se vio agravada tras pasar por el caballo del picador, cuya puya, a pesar de su “corta” longitud, provocó trastornos musculares, nerviosos y circulatorios, lesionando piel, músculos, nervios, vasos sanguíneos, tendones y ligamentos.
AnimaNaturalis, CAS International y AVATMA denunciamos que, dada su corta edad, la fuerza y capacidad de reacción de estos bovinos es menor, y su grado de estrés y angustia mucho más acentuados, que se traduce en constantes vocalizaciones, demostrando una evidente sensación de indefensión, en un ambiente extraño y novedoso, en soledad y sin la protección de su manada.
Denunciamos que en las becerradas, los animales son incapaces de reaccionar a estímulos dolorosos y de miedo, y que la desorientación, la ansiedad y la angustia son más que evidentes. También apuntamos a la insuficiencia respiratoria por falta de oxígeno, un aumento de la frecuencia respiratoria (taquipnea), sacudidas y latigazos con el rabo, y que el comportamiento casi siempre es de escape, huida, y evasión, resistencia a la embestida e incluso de negativa a moverse o inmovilizado por el pánico.
“Este tipo de festejo taurino, aunque se disfrace como clase práctica para alumnos de escuelas de tauromaquia, o de tentadero, debería ser ilegalizado por su especial crueldad”, concluye Zaldívar.
La Venta del Batán fue reabierta a finales del pasado año, después de que el anterior equipo de Gobierno, con Manuela Carmena al frente, la cerrara. En ella, se ha instalado la Escuela Regional de Tauromaquia José Cubero 'Yiyo', que cuenta en la actualidad con 60 alumnos con edades comprendidas entre los 8 y los 22 años.
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