El gato ha sido la principal víctima de esta superstición, con resultados a menudo trágicos, ya que absurdas creencias lo relacionaban con el maligno. Además, es habitual que las asociaciones protectoras de animales hagan llamamientos a no entregra en adopción gatos negros alrededor de fechas como Halloween, por temor a que la gente maltrate a los felinos al hacer bromas del Día de las Brujas, o peor aún, los sacrifique en rituales satánicos.
Al principio, el gato era un felino salvaje. En Europa, el gato montés de Eurasia estaba muy difundido. Sus ojos verde dorado le llevaron a ser perseguido en la Edad Media, al igual que los hombres que tenían ojos verdes o cabellos rojizos, signos (según se pensaba en esa época) de relación con el diablo.
El gato negro fue relacionado por la Iglesia a creencias diabólicas. La Inquisición persiguió al gato negro asociándolo con las brujas, con los ritos paganos y se inventó la imagen de que era demoníaco.
En 1561, un proceso acusaba a las mujeres de transformarse en gatas para seguir realizando aquelarres. Estos procesos acababan siempre con la muerte de las acusadas pero también con la de los animales, que eran juzgados como personas.
Alrededor del S.XVIII, las mentalidades comienzan a evolucionar, aunque lentamente. El estudio del mundo animal señala el fin de varios siglos de oscurantismo en el que los gatos negros fueron despreciados.
Si ves un gato negro, respétalo al igual que a todos los animales y enseña a los demás a respetarlo y a conocer su historia para no temerle y no perpetrar creencias absurdas.
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