La industria de los lácteos y carne es una bomba de metano que calienta el planeta

Un reciente estudio de Greenpeace revela que las grandes empresas de carne y lácteos emiten tanto metano como las principales petroleras del mundo, poniendo de relieve el impacto ambiental de la ganadería. El cambio en la producción alimentaria y nuestras dietas podría ser la clave para reducir el calentamiento global.

10 octubre 2024
Madrid, España.

Las emisiones de metano, uno de los gases de efecto invernadero más potentes, han irrumpido con fuerza en el debate sobre el cambio climático. Aunque el dióxido de carbono (CO2) ha sido el centro de atención durante años, el metano tiene un potencial de calentamiento global 80 veces mayor en los primeros 20 años de su liberación a la atmósfera, según la ONU. La ganadería, especialmente los rumiantes como vacas y ovejas, juega un papel central en este problema.

De acuerdo con un informe de Greenpeace, las 29 principales empresas de carne y lácteos emiten 20 millones de toneladas de metano al año, una cifra comparable a la de las gigantes energéticas como BP o ExxonMobil. Sorprendentemente, las cinco empresas más grandes de este sector generan más metano que algunas de las mayores compañías petroleras combinadas.

“El sector cárnico y lácteo se ha escondido en la sombra durante demasiado tiempo. Ahora sabemos que su impacto es devastador, tanto para el planeta como para los animales”, afirma Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España. "Urge cambiar tanto los modelos de producción como los hábitos de consumo para mitigar el calentamiento global".

Las emisiones mundiales de metano alcanzan un total de 9.390 Mt de CO₂e, y los principales contribuyentes son China, India y Estados Unidos. La Unión Europea aporta entre un 5 y un 6 % del total de emisiones de este gas, de las cuales la mitad proviene de la ganadería. En particular, las emisiones ganaderas de metano, responsables de entre un 3 y un 4 % del total mundial, se originan principalmente en los eructos de rumiantes como vacas, ovejas y cabras.

Las emisiones de metano en Europa han mostrado una tendencia a la baja durante los últimos 30 años, con una disminución del 37%, atribuida en gran medida a la reducción del número de cabezas de ganado. A corto y medio plazo, se espera que esta tendencia continúe, impulsada por un decreciente número de rumiantes en la región. Sin embargo, a nivel global, las emisiones de metano siguen aumentando, con un crecimiento de casi el 30 % en las últimas décadas debido al aumento del número de vacas en otras partes del mundo.

El metano también se libera a través de la fermentación de estiércol y purines, que representan alrededor del 10 % de las emisiones ganaderas totales (700 Mt de CO₂e). No obstante, estas fuentes de metano son compensadas parcialmente por la reducción de emisiones asociadas a la producción de fertilizantes artificiales, ya que los purines evitan la necesidad de fabricar 1.300 Mt CO₂e de fertilizantes equivalentes.

Cambiar la dieta para frenar el calentamiento global

El metano se origina principalmente de la fermentación entérica, un proceso digestivo en los rumiantes. Esto significa que cada vez que comemos carne o productos lácteos, estamos contribuyendo indirectamente a este potente gas de efecto invernadero. Naciones Unidas advierte que, sin una reducción del 40-45% en las emisiones de metano para 2030, será imposible mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 grados.

El informe de Greenpeace sugiere que reducir el consumo de carne y lácteos podría tener un impacto significativo en la lucha contra el cambio climático. Un cambio en la sobreproducción y el sobreconsumo de estos productos podría reducir el calentamiento en 0,12 °C para 2050, lo que equivaldría a un 37% de la reducción anticipada.

“Si seguimos el modelo de la llamada ‘dieta planetaria’, basada en una alimentación mayoritariamente vegetal, no solo salvaguardaremos el planeta, sino también la vida de millones de animales que hoy son explotados en la industria alimentaria”, añade Gascón. Esta dieta, diseñada por expertos y publicada en la revista científica The Lancet, sugiere que, para alimentar a la población global de forma sostenible, se debe reducir drásticamente el consumo de carne roja y lácteos.

Un futuro incierto si no se actúa ya

A pesar de los esfuerzos para implementar medidas técnicas que mitiguen las emisiones de metano en la ganadería, un estudio publicado en la revista REMEDIA revela que estos esfuerzos no serán suficientes si la demanda de carne y leche sigue aumentando. Según este análisis, las emisiones de metano de la ganadería deben reducirse entre un 24% y un 47% para 2050 si queremos cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.

El informe también concluye que muchas de las medidas actuales, como el manejo del rebaño o la modificación de la dieta del ganado, no están logrando los resultados esperados. Las estrategias más efectivas, como el uso de inhibidores de arqueas ruminales o el aumento de forrajes ricos en taninos, podrían reducir las emisiones de metano en un 21%, pero solo si se implementan a gran escala. Aun así, la creciente demanda de productos animales en países de ingresos bajos y medios hace difícil cumplir con los objetivos climáticos a largo plazo.

El impacto de la ganadería en el cambio climático es innegable, y los consumidores tenemos un papel crucial para frenar esta emergencia climática. Adoptar una dieta más basada en plantas no solo reduciría el sufrimiento animal, sino que también contribuiría significativamente a la lucha contra el calentamiento global. Desde AnimaNaturalis, hacemos un llamado urgente a la ciudadanía para que consideren adoptar una dieta basada en plantas y se sumen a nuestras campañas para frenar el abuso sistemático de los animales y proteger el planeta.

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