En Aguascalientes, cuna de la Feria Nacional de San Marcos, más de 50 toros mueren cada año en corridas, según datos de la Secretaría de Cultura local. Pero ahora, una iniciativa presentada por Genny López Valenzuela, diputada del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), busca convertir estas escenas en "corridas sin sangre", al igual que ya se logró en Ciudad de México.
"No soy antitaurina, soy defensora de los derechos de los animales", declaró López Valenzuela, cuyo proyecto ha sido tachado de "prohibicionismo encubierto" por sectores taurinos. La propuesta llega tras la controvertida reforma en la Ciudad de México, donde se prohibió el maltrato explícito en las plazas, pero sin abolir la tradición. Mientras, el alcalde Leonardo Montañez defiende el statu quo: "Como presidente yo actualmente me ciño a lo que nos marque el código municipal, y en este momento está bien la normatividad, por el momento, los toros, es un espectáculo que seguirá su marcha".
El conflicto judicial agrava el drama. AnimaNaturalis, con el abogado Héctor Montoya, logró reabrir un amparo para suspender las corridas, argumentando que violan la "protección animal y derechos humanos". La jueza Lucía Armendáriz recibió órdenes del Consejo de la Judicatura Federal de garantizar el cumplimiento de estas normas, con una audiencia clave el 7 de abril de 2025. Si prospera, Aguascalientes podría ver cancelado su Serial Taurino, un evento que los empresarios taurinos alegan que genera 3% del PIB estatal.
¿Por qué importa este debate? Arturo Berlanga, director de AnimaNaturalis en México, lo resume con crudeza: "No hablamos de cultura, hablamos de negar el dolor. Un toro no elige morir en la arena; nosotros elegimos mirar". La ciencia respalda su postura: estudios de la Universidad Autónoma de México confirman que los toros experimentan estrés agudo y dolor prolongado durante las corridas, con niveles de cortisol similares a los humanos en situaciones extremas.
Pero la tradición tiene raíces profundas. Gustavo Granados, presidente de Desarrollo Económico en Aguascalientes, defiende que la tauromaquia es "patrimonio intangible". Sin embargo, Berlanga contraataca: "¿Patrimonio o pretexto? Las corridas de toros son un espectáculo macabro que tiene una afición minúscula en comparación a quienes rechazan seguir viviendo en una sociedad donde la violencia y crueldad se anuncian como parte de la cultura".
El dilema económico también divide. Mientras empresarios taurinos alertan sobre pérdidas de empleos, ANI revela que el 68% del turismo en San Marcos asiste a eventos no taurinos, según encuestas locales. "La feria puede evolucionar sin violencia", insiste Berlanga.
La solución no es simple, pero existen modelos. En Ciudad de México se aprobó recientemente la prohibición de matar o dañar al toro durante las corridas, y en Michoacán se proscribieron por completo, así como en un puñado de otros Estados mexicanos.
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