Ayer, viernes 5 de julio, la Plaza Consistorial de Pamplona se convirtió en el epicentro de una poderosa protesta contra la tauromaquia, organizada por las asociaciones AnimaNaturalis y PETA. Con la participación de medio centenar de activistas provenientes de diversas ciudades de Navarra, España y Europa, se escenificó la crueldad de esta práctica que muchos consideran una tortura medieval. El evento atrajo la atención de medios de comunicación de todo el mundo, subrayando la creciente oposición global a la tauromaquia.
La protesta, que forma parte de la campaña “Sanfermin Sin Sangre” de AnimaNaturalis, buscó sensibilizar a la ciudadanía y a las autoridades sobre la brutalidad inherente a las corridas de toros. Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España, fue enfática en su declaración: "La tauromaquia es una práctica cruel que no tiene cabida en una sociedad civilizada. Es nuestro deber moral poner fin a esta barbarie y proteger a los animales de semejante tortura".
En vísperas del inicio de los Sanfermines, el alcalde de Pamplona, Joseba Asiron, de EH Bildu, expresó su visión sobre el futuro de las fiestas y la tauromaquia. Asiron reconoció la existencia de un debate global sobre los toros, pero subrayó que aún no se vislumbra un debate específico sobre los Sanfermines sin toros. “Veo el debate global, toros sí o toros no, pero el debate de qué hacemos con Sanfermines no lo veo y tiene que existir, pero tiene que existir en la calle. Lo que puedo garantizar es que no va a venir ningún alcalde o alcaldesa de ninguna formación que mediante un decretazo suspenda las corridas y los encierros en Pamplona. Eso no va a ocurrir"”, aseguró.
La acción también sirvió para impulsar la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) #NoEsMiCultura, que pretende recoger 500 mil firmas para eliminar el blindaje legal que protege la tauromaquia en España. Esta ILP busca derogar la Ley 18/2013, que declara la tauromaquia como patrimonio cultural, devolviendo las competencias en cultura y espectáculos a los gobiernos autonómicos y locales.
A pesar de que el Tribunal Constitucional ha dictaminado que la tauromaquia no puede ser prohibida, la ILP #NoEsMiCultura espera lograr un cambio significativo. "Esperamos que esta iniciativa logre derogar la declaración de patrimonio cultural que otorga esa protección especial a las corridas de toros", añadió Gascón.
La protesta se produce en un contexto de creciente desaprobación pública hacia la tauromaquia. Según el Anuario de Estadísticas Culturales del Ministerio de Cultura, el número de corridas taurinas se ha reducido a la mitad en la última década, pasando de 2,684 en 2009 a 1,425 en 2019. Las encuestas respaldan esta tendencia: más del 50% de los españoles están a favor de prohibir o limitar las corridas de toros, y casi 8 de cada 10 se oponen al uso de animales en la tauromaquia.
Durante los años de la pandemia, se registró un leve repunte en el número de corridas de toros, atribuible a circunstancias coyunturales como el exceso de animales en las ganaderías y la disminución de los salarios de los profesionales taurinos. Sin embargo, los datos preliminares de 2023 indican que esta tendencia al alza no se ha sostenido, y el número de corridas ha vuelto a descender.
Una reciente encuesta de Ipsos I&O Public para CAS International revela una oposición creciente a la tauromaquia en España, Francia y Portugal. Los resultados muestran que el 77% de los encuestados considera que la tauromaquia inflige demasiado sufrimiento a los animales y el 58% está de acuerdo en que debería prohibirse. Además, el 74% de los encuestados apoya que la UE proteja el bienestar animal dentro de las tradiciones culturales.
"Cada año, miles de toros son asesinados en las plazas, y cientos de miles son sometidos a un sufrimiento indescriptible", concluyó Gascón. "Es hora de que las autoridades escuchen la voz de la mayoría que clama por el fin de esta práctica cruel."
El evento de ayer en Pamplona fue un recordatorio contundente de que la tauromaquia, lejos de ser un espectáculo cultural, es vista cada vez más como una forma inaceptable de crueldad animal que no tiene lugar en el siglo XXI.
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