La historia de estos cinco leones, tres machos, dos hembras, y de un papión sometidos a malos tratos, conmovió a los legisladores bolivianos que el año pasado aprobaron una ley pionera en el mundo que prohibe la exhibición circense de todo animal, incluido los domésticos.
Camba es la menor de las cachorras, tiene entre 5 y 7 años. A ella le arrancaron las garras a piel viva cuando nació en el circo. Los tres machos, Gordo, Daktari y Bambelé, de entre 8 y 13 años, dos de ellos hijos de Maiza, tienen los colmillos rebanados. En el circo su domador metía la cabeza a las fauces de los felinos para divertir al púbico.
Los cinco y Tilín, el babuino, serán los primeros en alcanzar su libertad y eso los hace privilegiados, frente a la incierta suerte de medio centenar animales salvajes y domésticos que aún deambulan en pequeños circos por el país.
Esta historia de final feliz pudo ser posible por la tenacidad de Animal Defenders International (ADI) y de Susana Carpio de Animales SOS, una boliviana que de tiempo en tiempo estremece a la audiencia con sus historias de animales maltratados.
"Eran parte de mi familia, yo no quería que sufrieran, así como ellos aportaron a la empresa merecen un retiro digno", dijo Salvador Abuhadba, el dueño del circo que regaló a los cinco leones y al babuino en agosto del año pasado, un mes después de aprobada la ley.
"Abrieron la jaula y me los entregaron. No supe qué hacer con ellos, no tenía una correa para llevármelos como si fueran perros", recuerda Carpio.
Por un tiempo vivieron en su jaula de circo hasta que ADI construyó un cuarentenario en un parque urbano de la ciudad de Cochabamba en el centro de Bolivia.
Tiene seis cuevas individuales de cuatro metros de altura y un patio de recreo donde los animales interactúan. Tilín tiene el suyo. Los leones y el babuino intercambian miradas porque es así como convivieron en el circo donde sus jaulas estaban lado a lado.
Maiza no tiene los ojos color miel como los leones salvajes, son verdes por las cataratas provocadas por la mala alimentación. No se choca cuando camina aunque tiene la mirada perdida. Richard Talavera, el jefe de los cuidadores, dice que la visión de la leona es mínima.
Los leones tienen la mirada tierna, la presencia de extraños los inquieta, rugen y su rugido regresa repetido por el eco.
Según sus cuidadores, a Maiza le queda poco tiempo de vida. En libertad los leones pueden vivir en promedio 40 años, en cautiverio la mitad.
Los animales ya no están en exhibición al público, su rehabilitación exige alejarlos de los humanos. Tres cuidadores se turnan para alimentarlos y limpiar las cuevas. Un perro cenizo que merodeaba por los alrededores se hizo amigo y convive cerca de los animales a la espera que le lleguen las sobras.
Ya no caminan repetidamente por un sólo lugar como cuando estaban estresados, dice Talavera.
Tilín defecó y orinó cuando vio a los reporteros de AP. Después de unos minutos se calmó, metió las manos por un tubo de plástico de donde extraía frutas, verduras y maní.
En el circo bebía coca cola y jugos azucarados y pudo desarrollar diabetes. Por esa razón no le sacaron la cadena que lleva en el cuello.
Enrique Mendizábal, representante de ADI en Bolivia, explicó que después de la partida de los leones, Tilín se irá a un centro especializado en primates en Gran Bretaña, donde será tratado por especialistas. Aún no se tomó la decisión sobre su destino final.
Humillados toda su vida, los leones no tienen la grandeza y bravura de los machos que dominan la sabana africana, pero una buena alimentación, suplementos nutricionales y esmerados cuidados les permitieron recuperar peso y algo de su instinto animal.
"Cuando llegaron eran mansos y dóciles, ahora su pelo recobró brillo y se acicalan entre ellos, lo cual es un buen síntoma de recuperación", dice Talavera. En el circo a los leones los alimentaban con desperdicios de pollo y comida sobrante, ahora devoran entre 12 y 15 kilos de carne roja cada uno tres veces en la semana además de un suplemento vitamínico.
"No se gana como antes. A la gente le fascina el circo con animales, pero pienso que hice lo correcto", dice resignado Abuadba. Su compañía se llama ahora Circo Ecológico Abuadba.
Desde el 2007, ADI infiltró gente en circos de Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia y filmó vídeos sobre la mísera vida de los animales en jaulas apenas más grandes que ellos, donde viven encadenados y hacinados, orinan y defecan ahí mismo, explica Mendizábal.
Viajan largas horas atados a remolques y si se resisten a sus entrenamientos, el castigo puede acabar en feroz golpiza. El miedo los hace dóciles. Los elefantes son obligados a realizar sus números con ganchos que sus domadores les hunden en la piel, según los vídeos filmados en varios circos de esos países que fueron facilitados a la AP.
Esas mismas imágenes llegaron a los legisladores bolivianos. "Nos llevó dos años tramitar la ley, algunos senadores tenían reparos porque temían que el próximo paso sería prohibir la corrida de toros, muy popular en pueblos del oriente, según la ex diputada que impulsó la norma Ximena Flores.
Detrás de la fantasía, la ilusión y el espectáculo, el circo esconde una penosa vida de violencia y sometimiento para los animales.
"Los animales de circo nunca tienen un día feliz. Viven confinados a espacios muy reducidos, en un ambiente muy estresante por el ruido, la música, los constantes viajes, las cargas y descargas. Vivir en espacios tan pequeños los debilita mucho", manifestó Pat Derby, presidenta y fundadora de PAWS (Performing Animal Welfare Society), el santuario que recibirá a los leones en California, donde podrán gozar de libertad y tranquilidad con el mínimo de contacto humano en 90 kilómetros cuadrados de territorio. Su viaje está previsto para mayo.
Los cinco leones recuperados saltaban arcos de fuego, se sentaban y arrastraban por la arena del circo a punta de látigo. Tilín montaba un monociclo.
Cuando los animales ya no rinden son vendidos de un circo a otro y terminan sus días en el peor de ellos, sostiene Carpio.
Un hipopótamo murió en su bañera mientras dormía porque el agua se congeló cuando el circo al que pertenecía recaló en la ciudad andina de Potosí situada a casi 4.000 metros de altitud. Una elefanta enana también murió por los rigores del clima en La Paz, asegura la activista.
"La muerte de la elefanta Rossi nos movilizó a bloquear a los circos con animales y a presionar por la ley", recuerda Carpio.
Hoy ya no llegan circos con animales por temor a que las autoridades les decomisen y prefieren dejarlos en Perú y Chile.
Ni las autoridades ni las organizaciones defensoras de animales saben lo que harán con los animales que sean entregados o decomisados. Los zoológicos están abarrotados de animales y, excepto el de La Paz, ninguno reúne las condiciones mínimas, afirma Carpio.
Derby dijo que le parecía extraordinario que Animal Defenders pagase por la atención de los animales por el resto de sus días. "Ojalá esa fuese la norma, no la excepción", expresó.
"Bolivia es un país muy progresista" por haber aprobado esta ley, agregó. "Es una lástima que en Estados Unidos no tengamos leyes similares".
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